miércoles, 19 de noviembre de 2008

El rescate millonario a la banca anticipa ataques salvajes contra los trabajadores

Imprimir
El rescate millonario a la banca anticipa ataques salvajes contra los trabajadoresPDFImprimirE-Mail
escrito por Editorial   
domingo, 09 de noviembre de 2008

Sólo hay dos "salidas" a la crisis: más pobreza y desigualdad o lucha para acabar con el capitalismo

Tras años de crecimiento económico en que los beneficios de la gran banca y de los empresarios han aumentado de manera estratosférica, una profunda y dura crisis de la economía capitalista se extiende por todo el mundo. Para hacer frente a la misma los diferentes gobiernos del planeta han urdido todo tipo de planes. Pero hasta ahora todas las medidas adoptadas tienen el mismo color: regalar billones de euros a la gran banca sacados de los fondos públicos.

Una cantidad ingente de dinero

En el Estado español, el gobierno de Zapatero ha puesto en marcha un plan de rescate de la banca por un valor de 150.000 millones de euros. Es una cantidad de dinero extraordinaria, equivalente al 75% de los presupuestos generales del Estado para el 2009. Compárese con los 19.000 millones presupuestados para el seguro de desempleo en 2009, o los 22.000 millones de gastos en infraestructuras. Esta ingente cantidad de dinero está destinada a "ayudar" a unos bancos que obtuvieron beneficios, contando solamente los 5 más importantes, de 17.416 millones en 2006 y 21.000 millones en 2007.
Obviamente, este plan ha sido apoyado por la derecha en el parlamento (PP, CiU, PNV) y por las principales organizaciones empresariales (CEOE, Asociación Española de la Banca). Los defensores de este plan lo justifican diciendo que con esta inyección millonaria "el dinero fluirá a las empresas y a las familias y esto permitirá a la economía seguir funcionando". De esta manera se quiere transmitir dos ideas falsas: la primera, que la crisis es simplemente un problema técnico de "liquidez", cuando lo que en realidad falla es el capitalismo como sistema; y la segunda, que los capitalistas y los trabajadores tenemos los mismos intereses, cuando lo que realmente están haciendo los capitalistas es despedir masivamente, exigir más recortes del gasto social y nuevas reformas laborales. 
La medida impulsada por el gobierno es similar a la tomada por Bush en EEUU y que ha suscitado una gran oposición por parte de la población: se trata, en esencia, de una transferencia gigantesca de dinero público a manos privadas y tiene como única finalidad poner a salvo el negocio de los banqueros, es decir, de una minoría privilegiada de la sociedad que es, además, la principal responsable de la crisis. Unos cuantos se quedan con el beneficio y el resto nos hacemos cargo de la financiación y de las pérdidas, dejando al desnudo la farsa de la "cultura del riesgo" y otras virtudes del capitalismo.

Los costes de la medida

A pesar de que los banqueros y el gobierno están insistiendo machaconamente en los medios de comunicación que la banca española es la más fuerte del mundo y que no corre peligro, el riesgo de quiebras es bastante real. La banca española ha estado profundamente implicada en la gigantesca burbuja inmobiliaria de los últimos años y ahora la burbuja ha estallado y el negocio de la construcción, endeudado hasta la cejas por el famoso "apalancamiento", se está desplomando. La banca está gravemente amenazada por la morosidad y por la dependencia de la financiación externa, es decir, de préstamos de otros bancos en el extranjero. No es ninguna casualidad que los 30.000 millones -ampliable a 50.000 millones- que el Estado dedicará a comprar "bonos sanos" coinciden exactamente con la deuda que la banca española tiene que devolver a la banca extranjera antes de fin de año.
Solbes afirma que esta medida "no costará dinero al Estado", pero ésta es una de otras tantas mentiras con las que envuelven este plan. Claro que la operación de rescate a la banca va a costar dinero al Estado, ese dinero que supuestamente es "de todos" y que sale fundamentalmente del bolsillo de los trabajadores. El propio gobierno ha anunciado que recurrirá a la emisión de deuda (Bonos y Letras del Tesoro). Emitir una deuda de 30.000 millones de euros a un tipo de interés del 4,25% (la media de las emisiones de 2008) tiene un coste de alrededor de 1.300 millones de euros.
Y eso no es lo peor. ¿Qué pasará si en el futuro el Estado no puede vender en el mercado los "activos sanos", al que va a destinar, de entrada, 30.000 millones de euros? ¿Qué pasará si el Estado tiene que hacer efectivos los 100.000 millones de euros en avales que respaldan los préstamos bancarios? La posibilidad de que esto ocurra es bastante real ya que la espiral de quiebras, impagos e incremento de la morosidad no ha hecho más que empezar. Los "activos sanos" en manos del Estado son hipotecas y préstamos a empresas que, debido a la gravedad de la crisis, pueden acabar siendo incobrables.  Se dice que esto activos son calificados como sanos por agencias "independientes". Pero, muchos de los activos eran "seguros" según las agencias de calificación antes de la crisis financiera y ahora son, sencillamente, papeles sin ningún valor en el mercado.

El plan no resolverá la crisis del capitalismo

El plan de rescate del gobierno del PSOE no sólo es una estafa, no sólo es una transferencia descarada de dinero público a manos privadas, sino que además, no va a servir para resolver la crisis. De hecho, a pesar de la gran cantidad de dinero público que el gobierno va a poner a disposición de los banqueros, a la que hay que sumar otros 21.000 millones de euros que el gobierno regalará a los empresarios por rebajas fiscales en 2009; de las ingentes cantidades de dinero que ha inyectado el Banco Central Europeo, o la reciente  rebaja concertada mundial de los tipos de interés, los "inversores" están respondiendo con caídas brutales de la Bolsa. 
El "mercado", los empresarios, los capitalistas en general no están dejando de invertir por "falta de liquidez" sino sencillamente porque no es interesante para sus fines particulares. Los capitalistas no invierten por motivos filantrópicos sino para conseguir beneficios. Lo están diciendo ellos mismos: un consejero delegado de Bankinter, por ejemplo, afirmó que bancos y cajas de ahorros no reducen los créditos por falta de dinero, sino por "falta de demanda" o porque ven "riesgo en su concesión" (El País, 19-10-08). Vincular los cierres de empresas a un problema de "falta de liquidez", y en base a esto regalar dinero público a la banca es un engaño criminal a los trabajadores. 
La cuestión es concreta: ¿qué harán los banqueros con el dinero que le va a dar el gobierno? ¿De verdad que lo van a utilizar para "crear empleo" y "dinamizar la economía"? ¿Qué impide que lo utilicen para pagar sus propias deudas? ¿Qué les obliga a invertir en el sector productivo y no en Bonos del Estado, lo cual no sería nada descartable, o en cualquier otro "refugio" que consideren seguro? El gobierno dice que va a controlar el dinero que le da a la banca. ¿Cómo? Es más, si fuera así, sencillamente los banqueros no lo admitirían. ¿Desde cuando los banqueros, o los empresarios, van a aceptar que se les diga donde tienen que poner "su" dinero, aunque sea el dinero que les regala el Estado? Sería un ataque directo a la sacrosanta propiedad privada y a la "libertad de empresa". Pensar que a partir de ahora los banqueros se van a comportar de otra manera por las "lecciones" de la crisis es una estupidez. La única manera de controlar el destino del dinero de la banca, ahora nutrida con más dinero público, es con su nacionalización bajo control obrero. 
La causa de la crisis no es la "falta de liquidez", ni el "pánico", ni las "malas prácticas" de los banqueros. Eso son solamente manifestaciones de una enfermedad mucho más profunda y que hunde sus raíces en la propia naturaleza del sistema capitalista, un sistema caótico y en el que la producción de los medios necesarios para el desarrollo social están en manos privadas.
En el fondo, el rescate estatal de la banca, algo que se está produciendo en el mundo entero, está demostrando que la sociedad no necesita banqueros ni empresarios para funcionar. En vez de salvar a los banqueros de la crisis el gobierno debería salvar al conjunto de la sociedad de estos banqueros. Lo que debería hacer un gobierno elegido por los trabajadores ante una crisis como la que estamos viviendo, con efectos dramáticos para millones de personas, es utilizar el dinero público no para entregarlo a manos llenas a los banqueros sino para garantizar un subsidio de desempleo indefinido para todos los parados, para incrementar drásticamente los gastos en la sanidad y la educación pública, para desarrollar los sectores productivos necesarios para garantizar el bienestar social para todos.

El futuro de la inmensa mayoría, sacrificado por una ínfima minoría

El plan de Zapatero, más que apoyado, ha sido elaborado y exigido por la burguesía. El problema no es que el gobierno esté apoyando "más" a los banqueros que a los trabajadores o que después de apoyar a la banca ahora toca el turno "a las familias", como demagógicamente está "reivindicando" el PP. La cuestión fundamental es que esta fabulosa cantidad de dinero se pone a disposición de los banqueros a costa de las familias trabajadoras, hipotecando su futuro y el de las generaciones venideras. El dinero que el gobierno les está regalando será una pesada carga que finalmente tendremos que pagar los trabajadores por la vía de los recortes de los gastos sociales, más tasas e impuestos sobre los servicios públicos y de un empobrecimiento general de la sociedad. Tarde o temprano, habrá que pagar la factura y evidentemente la burguesía, y todos aquellos que defiendan la lógica de este sistema tratarán de que la pague la clase obrera.
El problema que tiene la clase dominante es que el cobro de la factura puede desatar una respuesta masiva, prolongada y profunda de las masas. Por eso están tratando de preparar el terreno político para lanzar los ataques con las máximas garantías posibles. No es casualidad que Zapatero y Rajoy acordaran recientemente "crear una mesa para abordar reformas estructurales en la economía española" y convocar el Pacto de Toledo "para que empiece a trabajar con urgencia en la nueva etapa de la Seguridad Social y el sistema de pensiones", según ha transcendido en los medios de comunicación. Es evidente por donde van los tiros. 
Se han escuchado voces que abogan por una "reedición de los Pactos de la Moncloa" como vehículo de una nueva batería de ataques contra los trabajadores. Pero la posibilidad de escenificar una unidad "por encima de los intereses partidarios" que tenga una incidencia efectiva en frenar la respuesta de los trabajadores y la juventud es bastante complicadas, por múltiples factores. La polarización política de los últimos años, a pesar de todos los intentos por mitigarla, sigue existiendo y tiene hondas raíces en la calle. Después de ocho años de experiencia de la derecha en el gobierno, el apoyo del PP al gobierno del PSOE para impulsar un plan de recorte de las pensiones o una nueva reforma laboral, lejos de ser un factor paralizante para el movimiento obrero, podría ser una señal muy clarificadora del sentido real de dichas medidas y acabar ayudando a impulsar la lucha. La propia autoridad política de los dirigentes reformistas del PSOE y del IU, que fue clave en los Pactos de la Moncloa, muy mermada después de treinta años de desilusiones, no tiene nada que ver con la que tenían en 1977. Hagan las piruetas que hagan por arriba, el choque entre las clases y la entrada masiva de los trabajadores y de la juventud en la escena política será inevitable.

Crisis del capitalismo, crisis del reformismo

La crisis capitalista es un golpe demoledor no sólo a las ideas burguesas sobre las maravillas del "libre mercado" y la prosperidad que genera la "iniciativa privada" sino también a las ideas socialdemócratas y reformistas. Ellos siempre han tratado de denostar las ideas genuinamente socialistas por "falta de realismo". Pero ¿a donde lleva el "realismo reformista"? A aceptar, de forma vergonzosa, en momentos tan importantes para la vida de millones de trabajadores en todo el mundo, todas las exigencias de los capitalistas. No hay nada más fuera de realidad que "controlar" y "reglamentar" una economía dominada por un cartel de buitres sin escrúpulos, o que la igualdad y la paz se pueda conseguir con empalagosos discursos en el parlamento.  Eso sí que son ideas utópicas, y encima reaccionarias, porque no hacen más que confundir y engañar a los trabajadores respecto a la auténtica naturaleza del capitalismo.
La única manera de evitar que la crisis la paguen los trabajadores es con la lucha. Hoy más que nunca la política de consenso social practicada por los dirigentes sindicales choca frontalmente con las necesidades de los trabajadores. Si después de 15 años de crecimiento económico, es decir en el mejor contexto posible que el capitalismo ha podido ofrecer, el sindicalismo "realista" de mantener la paz social a toda costa sólo ha servido para empeorar las condiciones de vida de los trabajadores (precariedad laboral, pérdida de poder adquisitivo, hipotecas de por vida, recortes y degradación de la educación y sanidad pública), ¿qué se puede esperar de esta orientación en momentos de crisis? 
Los trabajadores tenemos la urgente tarea de imponer a los dirigentes sindicales un giro de 180 grados o sustituirlos por otros que estén a la altura de las circunstancias. Es necesario impulsar un plan de lucha unificando los conflictos de todos los sectores afectados por expedientes de regulación de empleo y despidos e implicando al conjunto de la población en el mismo. Tenemos que exigir y obligar a los dirigentes sindicales a una respuesta contundente, organizando ya una huelga general de 24 horas con el objetivo de defender los empleos, los salarios y los servicios públicos. Por otro lado, un sindicalismo combativo, basado en la defensa de los intereses de los trabajadores, con los métodos de lucha tradicionales de nuestra clase, sólo se puede mantener de forma coherente con una alternativa completa y científica al sistema capitalista, es decir, con un programa marxista, revolucionario. Si se acepta, de un modo abierto o por falta de alternativa, el sistema capitalista como único posible, se acaba aceptando sus reglas y necesidades.

Momento histórico

No hay una tercera vía entre capitalismo y socialismo. Sólo con la nacionalización de la banca y de los monopolios bajo control obrero se podría liberar la riqueza social del caos y de la destrucción capitalista. Con el desempleo masivo y los salarios miserables el capitalismo demuestra que es incapaz de aprovechar la única e ilimitada fuente de riqueza que tiene la sociedad: el trabajo humano. ¿Por qué tiene que haber desempleo, qué impide utilizar el potencial productivo de  millones de personas, miles de millones de horas, una cantidad infinita de conocimiento, de talento, de creatividad? ¿Qué no se podría hacer, qué no se podría construir, qué no se podría organizar si todos los recursos fundamentales de la economía estuviesen regidos por el criterio del interés general y no por el de una minoría de propietarios de los bancos y los grandes monopolios? Es en la propiedad privada de los medio de producción donde están los límites del desarrollo social, aquí y en el mundo entero.
Esta crisis, que es la mayor crisis del capitalismo desde los años treinta, sólo tiene dos salidas. Si el capitalismo se mantiene habrá una destrucción brutal de la riqueza social, un empobrecimiento mayor de la sociedad, un incremento aún más  insultante de la desigualdad, una degradación increíble de las condiciones de vida de la clase obrera: esa es la única y auténtica "salida" de la crisis que preparan los banqueros y los empresarios. La otra alternativa es el socialismo, es decir, la organización de la sociedad mediante un plan que beneficie a la inmensa mayoría de la población. No serán posibles salidas parciales e intermedias. La lucha por la transformación socialista de la sociedad tiene un gigantesco punto de apoyo a su favor, la fuerza real de la clase obrera, auténtica y única fuente de toda riqueza. Sólo hay que tomar en nuestras manos lo que ya es nuestro. Organizados con un programa auténticamente socialista, podremos. Únete a la Corriente Marxista El Militante.

NOTICIAS ÚLTIMA HORA

Sin control, menos ‘sanos' y con coste

El gobierno ha cedido a todas las presiones de la banca respecto a las condiciones con las que se va a realizar la inyección millonaria de dinero público. Así, en la orden que regula el funcionamiento del fondo publicada en el BOE no consta ninguna obligación de informar, siquiera, de las entidades que acudan al rescate, aunque para mitigar el escándalo Solbes dijo que informará, discrecionalmente, en el Parlamento (¿en alguna comisión secreta?), cada cuatro meses y después de los hechos. ¡Empezamos bien con el "control exhaustivo" que vamos a tener sobre un dinero que sale fundamentalmente de los impuestos a los trabajadores! Sencillamente no vamos a saber nada de su uso. Otra concesión es que el Estado dejará que los bancos se queden con los "créditos buenos" y endosen al Estado productos financieros no tan buenos como se decía -a diferencia de lo que dijo el gobierno en un primer momento-. En tercer lugar, la banca tendrá que pagar unos intereses significativamente más bajos a los existentes en el mercado por los bonos que venda al Tesoro, es decir, que el Estado saldrá perdiendo dinero, y voluntariamente, con la operación.

¡Toma liquidez!

Después de semanas de machaque del gobierno y de los medios, estábamos todos muy compungidos por  falta de liquidez que padecían los pobres banqueros. Pero, mira por donde, a finales de octubre se conocía que  los "cinco grandes" de la banca (Santander, BBVA, Caja Madrid, La Caixa y Banco Popular) han tenido un beneficio neto de 15.096 millones de euros en los nueve primeros meses del año, prácticamente la misma cantidad que el mismo periodo del año anterior, antes de la crisis financiera. Santander, BBVA y Banesto ya han anunciado una elevación notable, más de un 10%,  de sus pagos de dividendo (ganancias para los accionistas). El Banco de Sabadell pagará un 23% más.

Deuda de más de un billón de euros

Por supuesto que el reparto de tanta liquidez a los accionistas no significa que estos bancos no tengan problemas, ¡sólo significa que, en esta peculiar división de tareas establecida por los capitalistas, unos pocos se encargan de ganar y la gran mayoría de pagar por ellos! El sector del ladrillo arrastra ya una deuda acumulada de 1,1 billones de euros, más del 60% de todo lo prestado por bancos y cajas (El País, 3/11/2008). Siete de las quince mayores inmobiliarias españolas están renegociando con la banca préstamos por 18.000 millones de euros y ya se prevé una nueva ronda de suspensión de pagos para los próximos meses. Ángel Laborda, de Funcas, ha advertido que un 50% de los créditos hipotecarios son a promotores y constructoras y que "ahí hay riesgo de que la morosidad explote".

El negocio del desempleo y de las hipotecas

El tercer trimestre arrojó un incremento del paro de 217.200 personas, situándose en el 11,3%. En los últimos doce meses, el número de parados ha aumentado en 769.449, el 37,56 por ciento, llegando a un total de más de 2,8 millones. El desempleo es un drama para millones de personas, pero puede ser un negocio para los empresarios. Al cierre de esta edición del periódico el gobierno ha anunciado nuevas bonificaciones, de 1.500 euros, para los que contraten a parados con cargas familiares. También ha anunciado una moratoria en el pago de la mitad de la hipoteca para los parados, pero la deuda de la gente con la banca se mantendrá íntegra y las exorbitantes cuotas mensuales, más las acumuladas por la moratoria, se reanudarían a partir de 2010. Por supuesto, la Asociación Española de Bancos se mostró feliz con la medida ya que el gobierno blinda el negocio de los banqueros con dinero público (a través del ICO) frente a un más que probable crecimiento de los impagos debido al incremento del paro.

Lo dicen ellos…

¡Cuidado con la ultraizquierda!

La contraportada del viernes 17 de octubre de La Vanguardia, un periódico burgués serio, estaba dedicada a Frank Shirrimacher, copropietario y director de Frankfurter Allgemeine Zeitung, el "más influyente diario alemán", según aclara la presentación de la entrevista. Frank Shirrimacher también es colaborador de Fundació Catalunya Abierta, una institución de derechas ligada a Convergència cuyo objetivo declarado es la "defensa y promoción de la economía de libre mercado".
La entrevista inicia con un radicalismo realmente chocante. El tal Frank califica a la "élite de banqueros" de "marcianos que viven en su planeta privado". Despotrica contra los altos sueldos de los responsables de los fondos de alto riesgo. Defiende con pasión la intervención estatal. Llegado a este punto el propio periodista, probable algo perplejo, le hace notar: "su discurso parece izquierdista". Y ahí es cuando el entrevistado desvela todo el misterio: "Al contrario, soy moderado y centrista, pero precisamente por eso creo que debemos reaccionar ahora para salvar la economía social de mercado [sic] antes de que la crisis se convierta en caldo de cultivo para la extrema izquierda". ¡Acabáramos! El truco consiste en disfrazarse de radical para tratar de cortar el paso a cualquier planteamento genuinamente socialista o comunista, catalogado por nuestro amigo de "ultraizquierda".
La verdad es que Frank sabe muy bien de lo que habla. Se confiesa "seriamente preocupado" por las perspectivas y lo ilustra con una muy buena pregunta: "¿Qué dirá un despedido de Nissan, que como muchas empresas justifica con la crisis otros manejos, cuando piense en los miles de millones inyectados en la banca española?".

‘Marx contraataca’

Así se titula un artículo publicado en la web de BBC el 20 de octubre pasado. "Carlos Marx está de moda", dice el texto. "El número de visitantes a la localidad alemana de Tréveris donde nació este filósofo en 1818 se ha disparado este año a 40.000". Según el artículo, el responsable del museo dedicado a Marx "ha perdido la cuenta" de las veces en que ha escuchado a los visitantes decir que, después de todo, "Marx tenía razón".
Seguidamente el texto informa de cómo se han disparado la venta de textos marxistas: "según aseguró a BBC Mundo Jason Craig, director de ventas digitales y online de la editorial Penguin en el Reino Unido, las ventas de El Manifiesto Comunista entre mayo y octubre de 2008 aumentaron un 900% comparado con el año pasado".

91º aniversario de la Revolución Rusa: Cuando los trabajadores tomaron el poder

Imprimir
91º aniversario de la Revolución Rusa: Cuando los trabajadores tomaron el poderPDFImprimirE-Mail
escrito por Leonardo Badell   
jueves, 13 de noviembre de 2008

 

La revolución bolivariana ha inspirado a millones de personas en toda Venezuela y el mundo. Luego del recio ataque de la burguesía y de sus medios de comunicación contra las ideas del marxismo y del socialismo científico, el Presidente Chávez ha vuelto a abrir el debate sobre el socialismo y el marxismo después de la caída del muro de Berlín y del bloque del este estalinista. Pero este debate no se ha quedado en las fronteras de Venezuela, se ha extendido por Latinoamérica y el mundo.

Nuevamente se abren las posibilidades para las ideas que el genuino marxismo ha defendido durante tantos años. La lucha de clases se ha agudizado nuevamente en todo el mundo. El crack financiero y la crisis de superproducción que está viviendo el sistema capitalista mundial ha abierto la discusión sobre el marxismo y la clase obrera mundial vuelve a mover sus músculos defendiendo sus intereses de clase contra la burguesía. Sin embargo las direcciones de las diferentes centrales obreras del mundo y los partidos reformistas harán todo lo posible para llevar a la clase obrera a la derrota. Este debate entre reformismo o revolución fue el que libraron los bolcheviques contra los mencheviques y es el mismo debate que se da a lo interno de la revolución bolivariana. Solo un partido consciente basado en un programa que logre tomar el poder expropiando a la burguesía como clase dominante basado en las ideas, métodos y tradiciones del marxismo puede llevar a la clase obrera a la victoria. Eso fue justamente lo que hicieron los bolcheviques en octubre de 1917.

La revolución de febrero

Las contradicciones imperialistas llevaron a Rusia a participar en la primera guerra mundial. Sin embargo las condiciones de batalla para los soldados rusos eran totalmente inhumanas. En ocasiones se enviaban a los soldados al frente de batalla sin suficientes provisiones, armamento ni comida. Solo el ejército ruso tuvo dos millones y medio de bajas, las más altas de los estados beligerantes. Estas condiciones crearon un fuerte descontento en el seno del ejército zarista. La amplia mayoría de soldados eran hombres, mientras que la mayoría de las mujeres se tenían que encargar de la familia haciendo de padre y madre a la vez. Muchas de ellas iban a buscar trabajo en las fábricas e industrias para poder mantener a sus familias. Esto aunado a la fuerte inflación y desabastecimiento fue creando las condiciones para una gran explosión social que estalló el día de la mujer: el 08 de febrero. Lo que parecía una inofensiva manifestación se convirtió en una revolución, una insurrección armada del proletariado por la toma del poder político.  

La insurrección de febrero de 1917 colapsó a la monarquía e hizo surgir los Consejos (Soviets) de trabajadores, campesinos y soldados. Sin embargo, quienes dirigían inicialmente los soviets eran los mencheviques y social-revolucionarios (reformistas).  Frenaban el desarrollo de los Consejos como un nuevo estado revolucionario que sustituyese al estado capitalista y devolvieron el poder que les habían dado los trabajadores al Gobierno Provisional burgués. Las instituciones del estado capitalista eran utilizadas por la burguesía para sabotear la revolución e intentar aplastarla. Las esperanzas de las masas de una transformación profunda de sus condiciones de vida chocaban con la propiedad privada de los medios de producción y el mantenimiento del estado burgués. Su impaciencia crecía, especialmente entre los activistas más avanzados.  

La Rusia Zarista de febrero de 1917 era la combinación del atraso cultural y económico de la monarquía, pero que sin embargo, tenía la concentración del proletariado más numeroso en ciudades fabriles como Moscú y San Petersburgo gracias a la inversión de Francia y Gran Bretaña. Sin embargo, estas ciudades proletarias estaban rodeadas de campesinos. El proletariado ruso era en aquel momento unos 10 millones de habitantes, mientras que la población total de Rusia era de 150 millones de habitantes.

Esta combinación de formas arcaicas y modernas de explotación fue lo que denominó Trotsky la teoría del desarrollo desigual y combinado, donde la burguesía logró desarrollar la industria y esta a su vez al proletariado en solo algunos sectores de Rusia utilizando métodos arcaicos y modernos de explotación.

A la vez había un desarrollo desigual de la cultura, pues estaba influenciada por el oriente atrasado y por el occidente desarrollado. Este desarrollo desigual de la cultura influenciaba fuertemente al proletariado y al campesinado ruso que también utilizaba formas arcaicas y modernas de defensa y organización contra la explotación. A eso hay que sumarle que la burguesía no jugó ningún papel determinante en la revolución, era netamente dependiente del capital imperialista y estaba sumamente ligada a la monarquía.

A pesar de la heroica movilización del proletariado ruso para acabar con la explotación capitalista, el poder lo toma el gobierno provisional burgués gracias a la traición de los

Las Tesis de Abril

Lenin, desde su exilio en Suiza, tenía tiempo explicando su postura sobre el gobierno provisional burgués: "Nuestra táctica: desconfianza absoluta, negar todo apoyo al Gobierno provisional...; no hay más garantía que armar al proletariado". Sin embargo Stalin y Kámenev trataron de dar un giro a la derecha de la fracción Bolchevique. Explicaron que la Revolución era burguesa, y que por lo tanto es esta clase quien debe llevar a cabo sus tareas históricas.

El Gobierno Provisional estaba apoyado por mencheviques y social-revolucionarios y contaba en su seno con diferentes elementos de la burguesía. Un elemento importante era la guerra; en la mayoría de los Partidos revolucionarios de Europa reinaba el chauvinismo (3). La mayoría del Partido Socialdemócrata Alemán y de los demás partidos de la II Internacional apoyaba los créditos de guerra. Solo Rosa Luxemburgo y Carlos Liebknecht en Alemania, Lenin y Trotsky en Rusia, Pannekoek en Holanda y algunos dirigentes más se oponían ardientemente a la guerra imperialista.

La dualidad de poder, la conferencia bolchevique y les Tesis de Abril

Lenin no era ningún aventurero. Veía que en abril no estaban las condiciones favorables para que la clase obrera tomara el poder, solo era cuestión de tiempo. Sabía que la situación de la correlación de fuerzas solo podría cambiar a través de un programa que estuviese profundamente vinculado con las masas. En aquel momento, los bolcheviques eran minoría en los Soviets, sin embargo en "Las Tesis de Abril" Lenin le daba gran importancia a la dualidad de poder: frente al gobierno provisional burgués de Lvov y demás sectores burgueses. Había dos poderes en lucha: el de los Consejos (Soviets), que contaba con la confianza de las masas y expresaba sus deseos y su capacidad para dirigir el país y el de las viejas instituciones burguesas que seguían en pie fundamentalmente porque los dirigentes mencheviques y social-revolucionarios de los soviets se negaban a tomar el poder. Esta situación no podía durar. O se imponía el poder obrero y popular o el burgués.

El día 4 de abril en una conferencia con la sección bolchevique del Partido, Lenin expuso las siguientes tesis:

  • La guerra es imperialista. Es imposible acabar con ella con una paz democrática, sin derrocar el capital.
  • La tarea de la revolución es ahora poner el poder en manos del proletariado y los campesinos pobres. Ningún apoyo al gobierno burgués. No a la república parlamentaria. Volver a ella desde los Soviets es un paso atrás. Supresión de la policía, del ejército y de la burocracia. La remuneración de los funcionarios, todos ellos elegibles y amovibles en cualquier momento, no deberá exceder del salario medio de un obrero calificado.
  • Los bolcheviques están en minoría. Deben por tanto desarrollar una paciente labor de esclarecimiento y propaganda. Explicar a las masas que los Soviets de Diputados Obreros son la única forma posible de gobierno revolucionario y que, por ello, mientras este gobierno se someta a la influencia de la burguesía, nuestra misión sólo puede consistir en explicar los errores de su táctica de un modo paciente, sistemático, tenaz y adaptado especialmente a las necesidades prácticas de las masas.
  • Nacionalización de todas las tierras del país y su puesta en manos de los Soviets locales de braceros y campesinos. Nacionalización de la banca bajo control obrero.
  • Celebrar inmediatamente un congreso del Partido. Construir una Internacional revolucionaria, rompiendo con la II Internacional.

El documento solo fue firmado por un camarada: por Lenin. Ningún otro dirigente bolchevique se atrevía a apoyar sus tesis. Al día siguiente de la exposición de las tesis del 4 de abril el periódico bolchevique Pravda publica un artículo de Kámenev titulado: Nuestros desacuerdos, en el que planteaba que las tesis las planteaba Lenin a titulo personal, pero que la dirección bolchevique estaba en total desacuerdo. La postura de Stalin no fue diferente: "El poder está compartido por dos órganos, (...) Los papeles se han repartido...  El Soviet moviliza las fuerzas, controla. El gobierno provisional, resistiendo, tropezando, se asigna por cometido consolidar las conquistas del pueblo arrancadas ya de un modo efectivo por éste. Esta situación tiene aspectos negativos, pero también positivos: no nos convendría forzar por ahora los acontecimientos, acelerando el proceso de eliminación de los sectores burgueses, que más tarde deberán inevitablemente apartarse de nosotros". Es decir, para Stalin ¡los Soviets movilizaban a la clase obrera mientras que la burguesía gobernaba a través del gobierno provisional! La dirección bolchevique caracterizó la postura de Lenin como trotskismo. De haber triunfado la postura de Stalin y Kámenev los bolcheviques habrían acabado absorbidos dentro de lo que Lenin llamaba el pantano reformista pero los jóvenes y trabajadores más avanzados,  veían como los reformistas traicionaban la revolución y devolvían el poder a los capitalistas. Finalmente Lenin, apoyándose en las bases  bolcheviques, ganó la mayoría dentro del partido para sus tesis. Esto fue determinante para  la victoria de la revolución.

Las jornadas de julio

El gobierno provisional burgués de Kerensky no logró resolver los problemas acuciantes de las masas. La inflación aumentaba, los productos básicos empezaban a escasear, los ferrocarriles empezaban a paralizarse producto de que necesitaban ir a reparación en los talleres y por necesidad de combustible, la burguesía seguía con su saboteo a la economía cerrando fábricas en industrias, sobre todo en Petrogrado y Moscú del sector textil y siderúrgico. La participación en la guerra imperialista continuaba y los conciliadores dejaban totalmente el poder en manos de la burguesía.  

A pesar de toda esta situación, el gobierno provisional con el Comité Ejecutivo de los Soviets decide enviar más tropas para el frente de Finlandia los primeros días de julio. Mientras en las ciudades se sentía una semi paralización de la economía con cierres de fábricas, el gobierno gastaba 10.500 millones de rublos en la guerra los primeros seis meses de 1917.

En junio se llevó a cabo el primer congreso de los soviets. A pesar del arduo trabajo de propaganda que hicieron los bolcheviques, los mencheviques obtuvieron la mayoría de los soviets. Sin embargo, los bolcheviques lograron ganar más camaradas en Petrogrado, sobre todo en el barrio obrero Viborg. Para los mencheviques y conciliadores, el crecimiento de los bolcheviques era una verdadera amenaza y deciden cerrar el soviet del barrio de Viborg, lo que hace que los bolcheviques generen una fuerte protesta ante el 1º congreso de los Soviets. Esto generó un fuerte malestar en los sectores más avanzados de la clase obrera que empezaron a movilizarse contra la guerra y la represión.

El 18 de junio hubo una gigantesca movilización de trabajadores con las consignas de todo el poder a los soviets y abajo los diez ministros capitalistas. Tal como dijo Trotsky: "la manifestación del 18 de junio produjo una tremenda impresión sobre los propios manifestantes. Las masas vieron que el bolchevismo se convertía en una fuerza, y los vacilantes se sintieron atraídos hacia él. Moscú, Kiev, Jarkov, y otras muchas ciudades las manifestaciones pusieron de relieve los avances del bolchevismo". En esta situación, los anarquistas empiezan a vincularse con los sectores desesperados que exigían un cambio inmediato. Está situación sigue incrementando la tensión, hasta que el gobierno decide enviar tropas para el frente el 4 de julio. Un día antes, miles de ametralladoras llegan a los comités de compañía de Petrogrado, escogen un Presidente propio y llaman a la insurrección.

Un sector de los destacamentos decide enviar una delegación al Comité Central bolchevique pidiendo lo siguiente: separación de los diez ministros burgueses, todo el poder al soviet, suspensión de la ofensiva, confiscación de las imprentas de los periódicos burgueses, nacionalización de la tierra, control de la producción. La actividad industrial se paraliza y empieza a crecer la manifestación. Para el 21 de junio se podía leer en Pravda (4):"...nos hacemos cargo de la amargura, de la excitación de los obreros de Petrogrado. Pero les decimos: compañeros, en estos momentos la acción sería nociva".

La posición de los bolcheviques era clara: no era el momento para la toma del poder, sin embargo no iban a dejar solas a las masas en sus movilizaciones. La idea era poder explicar pacientemente (como siempre defendía Lenin) cuál era la táctica y la estrategia para tomar definitivamente el poder en Rusia y derrocar a la burguesía como clase. A pesar de que los bolcheviques estaban ganando espacio en los soviets, los anarquistas aprovechaban las acciones desesperadas de las masas. Trotsky explica muy bien la posición de los bolcheviques en Historia de la Revolución Rusa (5):

"Los anarquistas, que incitaban a la lucha, argüían que la revolución de Febrero se había producido sin la dirección del partido. Pero el alzamiento de Febrero contaba con objetivos claros, precisos, elaborados por una lucha de varias generaciones, y sobre la revolución se elevaba la sociedad liberal de oposición y la democracia revolucionaria, dispuestas a hacerse cargo de la herencia del poder. Por el contrario, el movimiento de julio pretendía abrir un cauce histórico muy distinto. Toda la sociedad burguesa, la democracia soviética inclusive, le era irreconciliablemente adversa... No basta con tomar el poder. Hay que sostenerlo. Cuando en Octubre los bolcheviques juzgaron que había llegado su hora, los peores tiempos para ellos empezaron después de la toma del poder. Fue necesario someter las fuerzas de la clase obrera a la máxima tensión para soportar los innumerables ataques del enemigo".

Esta fue la posición asumida por los bolcheviques: explicar pacientemente a las masas de que no era el momento para la toma del poder. El mismo Kámenev explicó: "Nosotros no hemos incitado a la acción; pero las masas populares se han lanzado a la calle por propia iniciativa... Y puesto que las masas han salido, nuestro sitio está junto a ellas... Nuestra misión consiste ahora en dar al movimiento un carácter organizado".

En toda esta situación, el comité ejecutivo toma la decisión de no legalizar la manifestación del 4 de julio y a su vez empieza a buscar batallones de soldados para derrotar el movimiento. A su vez, los bolcheviques, deciden de manera correcta participar hombro a hombro junto a las masas a pesar de que no apoyaban la insurrección, pues no era el momento para la toma del poder. En una larga reunión nocturna, luego de los acontecimientos del 3 de julio, deciden ponerse al frente de la manifestación del 4 de julio que fue ilegalizada por el Comité Ejecutivo.

Ya desde la mañana del 4 de julio 30.000 obreros de la fábrica Putilov con sus familias van al Palacio de la Taúrida, mientras los bolcheviques hacen una resolución llamando a los obreros y soldados a: "expresar su voluntad ante los comités ejecutivos reunidos, mediante una manifestación pacífica y organizada;  aquí se puede ver claramente que para los bolcheviques no era el momento de la insurrección y la toma del poder.  

En la manifestación había 500.000 personas recorriendo Petrogrado. Esta manifestación tiene un fuerte contenido clasista a diferencia de la manifestación del 18 de junio, donde había profesores, estudiantes, médicos y abogados. Con la consigna ¡todo el poder a los soviets! la manifestación se dirige al palacio de la Taúrida que en aquel momento era la sede del soviet. La manifestación no era contra el soviet. La idea era llamar a que el soviet tomara todo el poder en sus manos. Sin embargo, los conciliadores se negaban a tomar el poder que los obreros y soldados le estaban ofreciendo. Mientras el comité ejecutivo seguía en la búsqueda de batallones leales para derrotar la manifestación espontánea de las masas.

Un sector de provocadores infiltrado dispara contra la manifestación para desencadenar un conflicto que justifique la intervención de los regimientos para ayudar a los conciliadores del soviet. Sin embargo, de manera muy inteligente, varios dirigentes bolcheviques empiezan a hacer de oradores para disolver la manifestación pacíficamente. A primeras horas de la mañana del 5 de julio la manifestación termina. Los obreros y soldados que quedaron en el palacio de la Taúrida fueron arrestados por tropas que llegaron desde el frente de batalla. La manifestación terminó con seis muertos y veinte heridos.

En ese momento, un sector de la vanguardia, que a pesar de tener un bloque importante en el barrio obrero de Viborg y en otros sectores de Petrogrado, no entendía que Petrogrado no era Rusia. Era necesario ganar a la mayoría de los soviets (como veremos más adelante) para tomar el poder en toda Rusia. Sin embargo la participación consciente de los bolcheviques no permitió que la manifestación terminara en una masacre que acabara con la vida de los dirigentes más avanzados del movimiento obrero. Tal como dijo Trotsky: "...El golpe asestado en julio a las masas y el partido fue muy considerable. Pero no fue un golpe decisivo. Las víctimas se contaron por docenas, y no por docenas de miles. La clase obrera no salió decapitada de esa prueba, sino que conservó completamente sus cuadros de combate"

La represión

La represión no se hizo esperar. Se tomaron por asalto varios locales bolcheviques, algunos de ellos saqueados y quemados por los conciliadores. Lenin fue culpado de ser un agente secreteo alemán. El resto Zinóviev, Kollontai, Trotsky, Lunacharski y demás dirigentes bolcheviques fueron acusados de traición. Lenin pasó a la clandestinidad, mientras que Trotsky fue encarcelado. Luego escribiría Trotsky: "el semialzamiento de julio, que surge precisamente en la mitad del período comprendido entre la revolución de Febrero y la de Octubre, cierra la primera etapa y viene a ser un ensayo general de la segunda".

Las jornadas de julio fueron en realidad una gran experiencia de aprendizaje para las masas y demuestra el carácter parasito de la burguesía y a su vez del reformismo. En este caso, los mencheviques y social revolucionarios jugaban un papel claramente contrarrevolucionario. La burguesía, al entrar tarde a sus tareas históricas (reforma agraria, desarrollo de las fuerzas productivas y la cuestión nacional) era solo un apéndice del imperialismo y hacía tiempo que dejaba de jugar un carácter progresista. La burguesía estaba fuertemente ligada a la monarquía totalitaria zarista y su carácter era plenamente reaccionario. Es el mismo carácter que tiene la burguesía y los terratenientes en la revolución bolivariana. Pero a su vez, en la revolución en Venezuela tenemos a los mismo representante mencheviques como los Haiman El Troudi, los Ali Rodríguez Araque, los Elías Jaua y otros reformistas que se niegan a que el proletariado venezolano tome el poder y el destino en sus manos.

La insurrección de Kornilov

Después de las jornadas de julio no solo la clase obrera aprendió una dura lección, la burguesía también lo hacía. El Partido Kadete (6) al ver las grandes movilizaciones del proletariado, empieza a acariciar la idea de la dictadura militar. La polarización era totalmente evidente: por una parte los patronos agrupando a los sectores más reaccionarios de la sociedad y por otra la clase obrera agrupando a los sectores más combativos. Para poder instalar una dictadura militar en Rusia era necesario aplastar al movimiento de masas y sus partidos: menchevique, social revolucionario y bolchevique.

Ya las masas le habían echo hacer pasar un susto bastante grande a la burguesía. Esta a su vez estaba dispuesta a darle una dura lección al proletariado para que no levantara cabeza en años.

El gobierno provisional de Kerensky cedió espacio para el "Generalísimo de los pueblos rusos" Kornilov cuando este le pidió que militarizara las fábricas, las líneas férreas, la subordinación de la guarnición de la capital al cuartel general y nada más y nada menos que ¡la aplicación de la pena de muerte al interior de la guarnición! Cuando esta había sido abolida después de la revolución de febrero.

Luego de las jornadas de julio hubo una ola de calumnias contra los bolcheviques, acusándolos de agentes alemanes. Sin embargo, el gobierno provisional de Kerensky mostró su carácter reaccionario al permitir la convocatoria a la Conferencia Nacional de Moscú que agrupaba a los patronos y a los conciliadores. Esta reunión sirvió para que el proletariado se organizara nuevamente y convocara a una huelga contra esta reunión. Los bolcheviques aprobaron la convocatoria a la huelga, también los sindicatos, incluso los mismos obreros mencheviques y social revolucionarios. La mayor petición de los obreros era que se renovaran los soviets. 400.000 obreros paralizaron Moscú.

Los bolcheviques llamaron a que no se realizara ninguna manifestación para evitar unas "jornadas de agosto" que podría servir para la insurrección militar contra los obreros. En este caso a diferencia de las jornadas de julio era que el resto de Rusia estaba convocando a la huelga también.

En agosto los bolcheviques cambiaron la consigna de "todo el poder a los soviets" que significaba todo el poder a los soviets conciliadores. El mismo Lenin, al ver el papel reaccionario jugado por los soviets en las jornadas de julio planteo la posibilidad de abandonar la consigna de "todo el poder a los soviets". Como llego a plantear Trotsky (7):

"Desde este punto de vista, resulta muy instructivo considerar la lucha que emprendió Lenin contra el fetichismo organizativo respecto a los soviets de las jornadas de julio. En la medida que durante el mes de julio los soviets socialistas-revolucionarios y mencheviques se convirtieron en organizaciones que abiertamente empujaban a los soldados hacia la ofensiva y reprimían a los bolcheviques, el movimiento revolucionario de las masas obreras podía y debía buscar vías nuevas. Lenin señaló a los consejos de fábricas como organizaciones de autodefensa y ofreció a los bolcheviques la posibilidad de infundirles una nueva vitalidad revolucionaria y ligarlos estrechamente a las masas a través del ala izquierda de los bolcheviques.".

En agosto la burguesía estaba dispuesta a una insurrección militar contra la clase obrera. Kerensky al frente del gobierno provisional jugó un papel nefasto. Llego incluso a reunirse con el General Kornilov para llegar a un acuerdo, de manera que fuera Kerensky y no Kornilov el que dirigiera la dictadura militar. Pero la burguesía no estaba dispuesta a llegar a ningún acuerdo con Kerensky, pues la burguesía lo odiaba. El plan estaba basado en que Kerensky le daría carta blanca para que defendiera al gobierno provisional de una "insurrección contrarrevolucionaria de los bolcheviques". El trabajo lo hicieron los servicios de espionaje, simulando ser dirigentes bolcheviques llamando a una insurrección contra el gobierno. Pero el Comité Central bolchevique hizo un llamado a que no le hicieran caso a los provocadores. Ya la mayoría de los obreros estaban con los bolcheviques.

Pero Kornilov no estaba dispuesto a seguir el plan ni ningún acuerdo con Kerensky y llamo al golpe el 27 de agosto. Kornilov llamó a atacar Petrogrado contando con una base militar y tropas de cosacos. Pero el golpe fracasó rotundamente. Los trabajadores ferroviarios desviaron los trenes con los soldados cosacos. Los sindicatos de trabajadores postales llevaban a los bolcheviques toda la información de la insurrección kornilovista. Los bolcheviques estaban atentos contra cualquier insurrección y llamaron al Comité de defensa del Soviet de Petrogrado a que distribuyera armas para los obreros. Los obreros hacían fila en masa para armarse contra la insurrección kornilovista. Los bolcheviques hicieron mítines contra el golpe. Hasta los soldados cosacos participaron en estos mítines.

Para el 30 de agosto la intentona golpista de Kornilov estaba disuelta y así se le informo a Kerensky. A los bolcheviques y a Kerensky solo los unía la lucha contra Kornilov, nada más. A partir de la lucha salió la consigna: "apoyamos nuestro fusil en el hombro de Kerensky, luego saldamos cuentas"  y así fue.

La lucha de los obreros contra Kornilov puso a los bolcheviques a la vanguardia del movimiento obrero ruso. Sin embargo al otro día de la derrota de Kornilov, Kerensky trató de asumir poderes dictatoriales como Kornilov. Al quedar descubierto que Kerensky estaba detrás del complot, los conciliadores abandonaron el gobierno provisional.

El II congreso de los Soviets y la toma del poder

Luego de la derrota de Kornilov, los bolcheviques lograron ponerse al frente de los Soviets de Moscú y Petrogrado. A diferencia de las jornadas de julio, era el gobierno provisional el quedó debilitado. El pleno de los Soviets había acordado celebrar un congreso cada tres meses. Sin embargo la burguesía y el gobierno provisional hicieron todo lo posible por evitarlo al ver el ascenso de la influencia bolchevique. De hecho la burguesía y la pequeño-burguesía convocaban a una Conferencia Democrática a mediados de Septiembre, que buscaba frenar la convocatoria a un nuevo congreso de los soviets. La Conferencia planteaba que se formara un nuevo gobierno de coalición y aprobara un preparlamento.

El 4 de septiembre fue liberado Trotsky de la cárcel, no sin antes tener que pagar una fianza de 3000 rublos. A Lenin y Trotsky los unía fuertemente una cuestión: la toma del poder. Lenin seguía en el exilio en Finlandia. Para Lenin era necesario llamar a la insurrección y no dejarla para más tarde ya que ahora que los bolcheviques tenían el control de los soviets más importantes, era necesario tomar el poder cuanto antes y no desilusionar a los obreros. La conclusión que sacó Lenin era que los bolcheviques debían tomar el poder ya que los obreros podrían sacar la conclusión de que los bolcheviques eran igual que los conciliadores. Lenin desconfiaba de la posición asumida por Zinóviev y Kámenev, pues estos no llegaron a apoyar las tesis de abril y tampoco estaba de acuerdo con la insurrección.

Trotsky estaba en ese momento trabajando en Petrogrado y lograba ver con claridad la situación. Luego de la salida de la cárcel trabajo arduamente con el Comité Militar Revolucionario que agrupaba a 200.000 soldados, 40.000 guardias rojos conformados durante la intentona de Kornilov y miles de marineros dispuestos a defender los locales y la prensa bolchevique. La posición de Trotsky era que se debía luchar para llamar a la convocatoria por el II Congreso de los Soviets. En el I Congreso de los soviets se aprobó que se convocara a un congreso cada tres meses. A pesar de que el Comité Ejecutivo Central (CEC) de los Soviets lo controlaban los conciliadores, se veían en la obligación de llamar al congreso en octubre pues este era uno de los acuerdos del congreso de junio.  

Los bolcheviques presionaron fuertemente por la convocatoria al II congreso de los soviets. La presión fue tal que los bolcheviques amenazaron con que si los conciliadores no convocaban al congreso lo harían ellos mismos. El CEC se vio en la obligación de convocarlo para el 20 de octubre. Sin embargo los conciliadores hicieron todo lo posible por posponer el congreso, pero los bolcheviques hicieron una gran campaña por la convocatoria al congreso que sumó a soldados, obreros, campesinos, sindicatos y hasta la Conferencia Nacional de Comités de Fábrica retomando la consigna de "todo el poder a los soviets". Los delegados conciliadores hicieron esfuerzos infructuosos de ganar a las bases. A la final el CEC se vio en la obligación de convocar el congreso para el 25 de octubre.

A su vez el Comité Militar Revolucionario emprendió una campaña por el armamento de los obreros y el Comité Central del Partido Bolchevique aprueba la insurrección y la toma del poder, solo con la oposición de Zinóviev y Kámenev que votaron en contra de la insurrección. Esto demostraba la profunda desconfianza que tenían Zinóviev y Kámenev a la fuerza de la clase obrera, radicalmente opuesto a la posición de Lenin y Trotsky.

La insurrección y la toma del palacio de invierno

El CMR hizo un gran trabajo ocupando fábricas, puentes, edificios y lugares importantes. Incluso la sede del Soviet de Petrogrado estaba totalmente fortificada. Solo un día después el Palacio de Inverno era tomado por el CMR. Ese mismo día del 25 de octubre, el congreso aprueba la toma del poder que le ofrecía el CMR. Tal como escribió Trotsky: "En resumen, así teníamos una insurrección armada -aunque sin efusión de sangre- de los regimientos de Petrogrado contra el Gobierno Provisional, bajo la dirección del CMR y con la consigna de la preparación del II Congreso de los Soviets, que debía resolver la cuestión del poder" ( Trotsky, Lecciones de Octubre).

La primera resolución después de la toma del poder era un llamado internacionalista para que la clase obrera tome el poder en sus países para acabar con la guerra imperialista y tener una paz democrática. Solo un año después, los trabajadores alemanes estuvieron a punto de tomar el poder, solo les falto un elemento: el partido revolucionario.

Los revolucionarios venezolanos, los militantes del PSUV y la clase obrera venezolana debemos sacar las mejores lecciones de la revolución rusa de octubre. La crisis actual del sistema capitalista demuestran lo que hemos dicho los marxistas: la burguesía es incapaz de desarrollar absolutamente nada. Solo un partido firme con un programa inquebrantable podrá expropiar política y económicamente a la burguesía como clase dominante. Estas son las tareas para nuestra próxima victoria.

¡UNETE A LA CORRIENTE MARXISTA INTERNACIONAL PARA LUCHAR POR LAS IDEAS DE MARX, ENGELS, LENIN Y TROTSKY EN EL PSUV!

¡TRABAJADORES DE TODO EL MUNDO: UNÍOS!

NOTAS:

1. 25 de octubre según el calendario juliano. El atraso de la monarquía rusa era tal que ni siquiera el calendario gregoriano había llegado a la Rusia Zarista. Esta fue una de las medias que tomó el gobierno soviético presidido por Lenin.

2. En Rusia antes de la revolución de octubre existían varios Partidos: el partido Kadete de los liberales burgueses, los social-revolucionarios y el partido que congregaba a la mayoría del proletariado ruso: el Partido Bolchevique.

3. Chauvinismo: Se refiere a una actitud nacionalista reaccionaria, que antes del estallido de la I Guerra Mundial fue tomada por los dirigentes socialdemócratas de la II Internacional de apoyar a sus "burguesías" y aprobar los créditos de guerra, como hizo el SPD en Alemania votando en el Reichstag a favor de su aprobación el 4 de agosto de 1914.

4. Pravda (La verdad): Órgano oficial de los bolcheviques.

5. León Trotsky. Historia de la revolución rusa. Fundación Federico Engels.

6. Partido Kadete: Partido de la burguesía y de la pequeña burguesía rusa.

7. León Trotsky. Lecciones de octubre.

8. Bolchevismo: el camino a la revolución. Alan Woods. Fundación Federico Engels.

9.    Barbara Areal:  Las jornadas de julio.

Alemania: 100.000 jóvenes salen a las calles en una masiva huelga estudiantil

Imprimir
Alemania: 100.000 jóvenes salen a las calles en una masiva huelga estudiantilPDFImprimirE-Mail
escrito por Manuel Reichetseder   
miércoles, 19 de noviembre de 2008
 

studentstrike_nov12_1.jpgEl miércoles 12 de noviembre 100.000 estudiantes de secundaria y universidad de toda Alemania salieron a las calles para manifestarse contra el continuo empeoramiento del sistema educativo. En más de 40 ciudades se siguió el llamamiento a la huelga para demostrar su enojo contra la privatización de institutos y universidades. Esta huelga, después de las manifestaciones estudiantiles impresionantes en España, Italia y Grecia, que existe un creciente descontento y radicalización de la juventud a escala europea.

Ya en mayo y junio de este año 40.000 estudiantes fueron a la huelga en toda Alemania. Como resultado de las huelgas de primavera, la canciller Ángela Merkel prometió una cumbre educativa y mejoras. Esta cumbre se celebró el 22 de octubre. No invitaron a ningún estudiante y la reunión terminó sin resultados concretos. También como consecuencia de las huelgas de primavera se formaron comités de estudiantes en distintas ciudades y una alianza nacional de estudiantes, responsable de coordinar las futuras acciones. La alianza se reunió por primera vez en Berlín hace un mes, se puso a cargo de la planificación y coordinación de la acción huelguística en diferentes ciudades y abrieron una página web para extender lo máximo posible el llamamiento a la huelga. También buscaron la colaboración de los sindicatos, partidos políticos y diferentes ONGs, muchos de ellos inmediatamente se solidarizaron.

El miércoles, 8.000 estudiantes salieron a las calles de Berlín, otros 8.000 tanto en Hamburgo como en Stuttgart, 10.000 en Braunschweig; 7.000 en Bremen; 5.000 en Rostock; 4.500 en Kiel; 4.000 en Oldenburgo y 2.000 en Munich. 10.000 participaron en las manifestaciones de Hessen, Kassel, Frankfurt y Gießen. Hubo muchas otras manifestaciones con cientos de participantes en muchas otras ciudades. Esta participación superó las expectativas de los organizadores. El elevado resultado es aún más impresionante si se tiene en cuenta que en muchos casos los estudiantes sufrieron intimidación, hubo amenazas de los directores de suspensos e incluso expulsiones de los institutos. El Ministerio de Educación anunció que apuntaría qué estudiantes iban a la huelga. Pero estos intentos escandalosos de intimidación no impidieron que decenas de miles lucharan por sus derechos.

Los huelguistas exigían educación gratuita para todos; no a las tasas universitarias y en enseñanza media; reducción del número de estudiantes por aula; contratación de profesores suficientes como primer paso para limitar el número de alumnos por aula a 20; no a puntuar el comportamiento y la "cooperación" durante las clases en las notas; no a la privatización ni patrocinio privado del sistema educativo.

studentstrike_nov12_2.jpgTambién defendían la retirada del "examen de enseñanza media después de 12 años" en los estados que han introducido esta regulación. En el pasado, los estudiantes acababan la escuela con 13 años. La nueva regulación impone que el mismo programa de estudios se debe hacer en un período de tiempo más corto, eso significa más tensión para los estudiantes, y también para los profesores. Incluso los padres se quejan de esta situación, dicen que comienzan a estar cansados de que el único tema de conversación en la familia sea el incremento de las tareas escolares. Los estudiantes también se oponen al sistema que proporciona una buena educación sólo para una pequeña elite mientras empeora la calidad educativa para la mayoría. Por eso se pide la supresión del sistema educativo de tercer grado de secundaria y la implantación de un sistema educativo entendible. En la actualidad los estudiantes están divididos en tres niveles diferentes.

La situación en algunas escuelas es espantosa. Un estudiante del Primo Levi Gymnasium en Berlín dijo que debía pagar de su bolsillo el mantenimiento y la pintura de la clase, incluso ir a las tiendas para poder adquirir él mismo el material necesario. Algunos estudiantes ya han tenido que pagar por fotocopiar el material de estudio. Otro estudiante de Brandemburgo explicó que debido a la escasez de profesores no sólo muchas lecciones, sino incluso asignaturas enteras se habían suprimido, lo que había llevado a que los estudiantes no tuvieran nota suficiente en ciertas asignaturas en las notas de final de curso. Algunos profesores aún en período de formación deben aceptar un trabajo de profesores totalmente cualificados, lo que les supone mucha tensión porque además les deja solos a la hora de evaluar y corregir.

El gobierno está reduciendo millones de euros de los fondos universitarios y como resultado de esta situación algunas universidades están al borde de la bancarrota. En Berlín han reducido las ayudas en 75 millones de euros. Esto supone eliminar 10.000 plazas universitarias y 200 profesores en las tres universidades de la capital. Según Andreas Keller del sindicato de educación y ciencia (GEW), las universidades necesitan 3.700 millones de euros más cada año para garantizar una enseñanza de buena calidad. El gobierno no está dispuesto a dar más fondos. En cambio, el Kultusministerkonferenz (un organismo independiente financiado en gran parte por el Deutsche Bank, Daimler, Bosch y otras empresas) está organizando un concurso en el que universidades e institutos competirán entre sí por un premio de 10 millones de euros. Pero sólo es la punta del iceberg.

studentstrike_nov12_3.jpgEn este contexto no es sorprendente que los estudiantes y profesores hayan llegado al límite de lo que pueden soportar. En algunas ciudades las manifestaciones del miércoles tuvieron un carácter muy radical. En Hannover los estudiantes sobrepasaron la zona de prohibición frente al Landtag (asamblea legislativa local del estado alemán). En Erfurt los estudiantes ocuparon la sede de la autoridad educativa y exigieron que no se emprendiera ninguna acción disciplinaria contra los estudiantes en huelga, mientras que en Oldenburgo ocuparon un instituto. En Berlín cientos de estudiantes ocuparon simbólicamente la universidad de Humboldt durante media hora. Ocuparon la sala principal y ondearon desde los balcones banderas rojas.

Como vimos en España e Italia, muchos estudiantes han visto cómo el gobierno alemán recorta gastos del sistema educativo mientras al mismo tiempo no vacila ni un momento en regalar más de 500.000 millones de euros a los bancos procedentes del dinero de los contribuyentes. Muchos llevaban pancartas con consignas como: "Educación y no bancos" y "miles de millones para los bancos y recortes para la educación". Muchos jóvenes comienzan a sacar las conclusiones necesarias sobre cómo funciona el sistema capitalista: no para los millones que están dispuestos a aprender y formarse, sino para los beneficios de unas pocas empresas que intentan explicar cada uno de los rincones de la sociedad para satisfacer su codicia de dinero.

En muchas ciudades los profesores se unieron a las protestas. La situación miserable del sistema educativo también les afecta y muchos de ellos podrían perder sus empleos en el futuro próximo o caer enfermos debido al aumento de las presiones, algunos de ellos trabajaban jornadas laborales superiores a las 60 horas semanales. Según algunos informes en varios institutos los profesores cogieron a sus estudiantes y fueron juntos a la manifestación, como ocurrió por ejemplo en el Beethoven-Gymnasium en Berlín-Steglitz. Habrían participado más profesores si no les hubiesen amenazado con sanciones disciplinarias.

La solidaridad con los profesores y otros trabajadores es también la única manera en la que puede triunfar el movimiento estudiantil. Por lo tanto, una señal importante es que el Sindicato de Educación y Ciencia (GEW) oficialmente apoyara la huelga de estudiantes, como ya hemos dicho antes, la alianza de estudiantes buscó la colaboración con los sindicatos. El movimiento estudiantil debe unir sus fuerzas con otras capas de la sociedad para una lucha conjunta contra el empeoramiento de la situación, no sólo en el sistema educativo, sino en todos los sectores de la sociedad. El lunes, por ejemplo, 10.000 trabajadores del sector público en Berlín participaron en una huelga para exigir un aumento salarial, en ella participaron muchos profesores. Para tener un impacto mayor en el futuro, la alianza estudiantil y los sindicatos deberían trabajar juntos y planificar las protestas el mismo día.

Algunos representantes de la alianza de estudiantes piensan que sólo con esta huelga no se conseguirá un cambio inmediato de la política del gobierno, pero piensan que ha tenido un efecto en los institutos. Ya hay distintos comités trabajando juntos para futuras acciones.

studentstrike_nov12_4.jpgSin embargo, podemos incluso ir más allá. Como estudiantes nos enfrentamos al mismo problema en un país tras otro: privatización del sistema educativo y un deterioro de la calidad educativa, así que debemos ir más allá y unir las distintas luchas en los diferentes países para movilizar a los estudiantes y profesores a nivel europeo un mismo día. Este año se celebra el cuarenta aniversario del movimiento de Mayo de 1968 que fue un ejemplo inspirador. Pero en las condiciones actuales podemos enfrentarnos no en un futuro demasiado lejano a movilizaciones de los jóvenes y trabajadores a una escala aún mayor, en toda Europa e incluso a nivel mundial.

El proceso de "globalización" no sólo ha llevado a la integración de todos los países en un sistema capitalista global. También ha globalizado la lucha de clases. En el último período hemos tenido grandes movimientos de estudiantes en muchos países europeos, como Italia, Grecia y España. Ahora esta situación afecta a Alemania. Este movimiento de la juventud es un anticipo de lo que está por venir. Es una prueba de un profundo malestar y descontento dentro de la sociedad, que estallará en una nueva oleada de la lucha de clases en Europa y más allá.

Los gobiernos de todo el mundo al servicio de la banca

Imprimir
Los gobiernos de todo el mundo al servicio de la bancaPDFImprimirE-Mail
escrito por Juan Ignacio Ramos   
domingo, 09 de noviembre de 2008

No, no es democracia: es la dictadura del capital financiero

El próximo 15 de noviembre, George. W. Bush y su colega francés Sarkozy han convocado en Washington una cumbre de jefes de Estado (el G-20), con el objetivo, en palabras del presidente de Francia, de "refundar el capitalismo sobre bases éticas" y evitar "una revuelta mundial". Para poner una nota pintoresca a semejante encuentro, el presidente del gobierno español, Rodríguez Zapatero, anda mendigando por las esquinas una silla en la reunión. ¡Cómo va a faltar el líder más carismático de la socialdemocracia mundial a una mesa con comensales tan importantes! ¿Llevaría el mensaje de angustia de los trabajadores, los parados, los pensionistas a tan magna cumbre? Obviamente no. Zapatero, como su colega laborista Mr. Brown, como todos los líderes de la socialdemocracia, si por algo se han destacado en estos meses es por constituir una firme línea de defensa del capitalismo.


"El gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa"

C. Marx y F. Engels. El Manifiesto Comunista

La clase dominante intenta evitar, desesperadamente, que la economía mundial se precipite hacia una depresión de consecuencias incalculables. Pero la posibilidad de que lo logren es más bien remota. Después de aprobar planes para regalar a la gran banca una cantidad de dinero público equivalente a casi la mitad del PIB norteamericano (cerca de tres billones de euros), las bolsas siguen cayendo en picado tras la estela de una recesión que se agranda cada día que pasa. Todo son malas noticias, incluidas sus ilusiones en los países emergentes. En Brasil o México, en China o en la India, en Europa del Este, la contracción del consumo mundial, la caída de los precios de las materias primas y el desplome del precio del petróleo, que ha cotizado en el mes de octubre a 62 dólares el barril cuando en el mes de junio alcanzó los 145, están creando las condiciones para un auténtico cataclismo en estos países.

¿Una vuelta al keynesianismo?

Las decisiones adoptadas por los gobiernos se han vestido interesadamente como el triunfo de la cordura (regulación e intervencionismo) frente a la locura de la desregulación (neoliberalismo). Lo paradójico de la situación es que los mismos artífices de la burbuja financiera y especulativa, gente como Henry Paulson, secretario del Tesoro de EEUU y antiguo presidente de Goldman Sachs, Sarkozy o Brown, se arrogan el papel de bomberos para apagar el fuego que ellos mismos atizaron. 
Tamaña estafa no cuenta para los socialdemócratas y sus amigos neokeynesianos que han festejado este remedo de "nacionalizaciones" y respaldo estatal como una buena señal. Pero la realidad indica que esta intervención gigantesca a favor de la banca privada poco se asemeja a la época dorada de las políticas keynesianas aplicadas en Europa occidental tras la Segunda Guerra Mundial. Más bien, por el momento, son lo contrario. 
No se trata de una inyección dirigida hacia la economía productiva ni de nacionalizaciones de sectores como los ferrocarriles, las minas o la siderurgia; no se trata tampoco de fortalecer una red de sanidad y educación públicas gratuitas y universales, ni el establecimiento de un potente seguro de desempleo; ni de un plan estratégico para aumentar la demanda del mercado interno a través de la creación de empleo público financiado con el déficit presupuestario. Todo ello fue posible, en Europa occidental y en EEUU, después de la hecatombe de la gran guerra imperialista, y en un momento en que EEUU concentraba más de dos terceras partes de las reservas de oro y eran los acreedores de medio mundo. Estados Unidos salió de la gran guerra manteniendo intacto su aparato productivo, al tiempo que poseía una cantidad imponente de inventos y patentes militares que aplicaron con éxito a la producción civil. 
En aquellas circunstancias, ante la amenaza de la revolución socialista en Europa occidental y después de constatar que la URSS se había fortalecido militar y políticamente, la clase dominante estadounidense estuvo dispuesta a ceder una parte de la abultada tasa de ahorro nacional para impulsar el plan Marshall y reconstruir Europa, y de paso hacer buenos y lucrativos negocios. 
La clave de aquel periodo excepcional de crecimiento económico, de desarrollo de las fuerzas productivas, de división internacional del trabajo y de auge del comercio mundial, fue la constante reinversión productiva de la plusvalía obtenida. Las diferencias de aquellas circunstancias históricas con las actuales son sobresalientes en todos los sentidos1.
A pesar de la propaganda del momento presente, el modelo keynesiano también se mostró impotente ante las contradicciones insolubles del capitalismo: no pudo sortear la crisis de sobreproducción que golpeó la economía mundial al inicio de la década de los setenta del siglo pasado, y terminó fracasando. Los gigantescos déficits presupuestarios de las naciones capitalistas más desarrolladas alimentaron la espiral de estancamiento e inflación, y de revolución social.
No, no estamos ante un proceso de nacionalizaciones en el sentido clásico, como se dio en ciertos periodos críticos del capitalismo, bajo el New Deal de Roosevelt o los gobiernos laboristas de la posguerra. Nacionalizaciones que, es necesario recordar, aliviaron a los empresarios privados de acometer grandes desembolsos en capital fijo en estas industrias básicas al tiempo que se beneficiaban de materias primas baratas y sistemas de transportes modernos; nacionalizaciones que en ningún caso alteraron los fundamentos del sistema capitalista ni sustituyeron a la iniciativa del capital a la hora de determinar la dinámica general de la producción y la inversión. 
Esta intervención coordinada, de capitalismo de Estado, para asegurar los sacrosantos beneficios de las grandes corporaciones financieras se sostendrá, precisamente, gracias a un recorte salvaje del gasto social, de la sanidad y la educación pública, de adelgazar los sistemas públicos de pensiones, de atacar la cobertura a los parados.
Por el momento esto es lo que está ocurriendo. Obviamente hay un factor en la ecuación que puede trastocar todos los planes de la burguesía mundial, y ese factor es la lucha de clases y la amenaza de la revolución. La clase dominante ha adquirido una gran experiencia tras doscientos años de monopolio del poder político y económico. La historia ha sido testigo, en numerosas ocasiones, de la flexibilidad esgrimida por la clase capitalista para mantenerse al timón. Sin embargo, un hecho es incuestionable: su margen de maniobra se ha reducido, y las medidas que está adoptando para reencontrar el equilibrio económico son una receta acabada para una explosión de la lucha de clases. 
Una depresión similar a la del crac de 1929 también acarreará unos efectos políticos proporcionales. Los ecos de los años treinta, tan manoseados estos días para comparar la magnitud de la actual crisis económica con la de aquellos años, presentan otra perspectiva que nadie se atreve a señalar: el auge la lucha revolucionaria de millones de trabajadores por derribar el capitalismo que convulsionó aquella época.

¿Democracia representativa o dictadura capitalista?

Para asombro de cientos de millones de personas, especialmente en los países desarrollados, que viven angustiados por la incertidumbre de perder sus empleos, sufren la pesadilla de ser desahuciados de sus viviendas, o sencillamente son víctimas de un brusco empobrecimiento, los acontecimientos de estas últimas semanas han supuesto una lección de política concentrada. La crisis mundial del capitalismo no sólo ha puesto patas arriba creencias económicas que parecían axiomas inviolables, también ha expuesto a una crítica demoledora la ideología y la moral de la burguesía, colocando en la picota los sagrados iconos de la democracia burguesa, sus instituciones y a todos aquellos que se esfuerzan en apuntalarla.
En estas semanas de acontecimientos históricos toda la parafernalia que envuelve la llamada "soberanía popular" ha dejado paso a una verdad incontestable: bajo el sistema de la propiedad privada de los medios de producción y cambio, el auténtico poder no reside en el parlamento ni en los votos sino en los consejos de administración de la gran banca y los grandes monopolios, en individuos a los que nadie ha elegido, que nunca se han sometido al escrutinio popular pero que deciden sobre el destino de la inmensa mayoría de la población2. Forman parte de una oligarquía financiera que gobierna el mundo a través de una dictadura de hierro que no responde ante nada ni ante nadie. Los gobiernos electos se arrastran ante ellos, aprueban sus órdenes y velan por sus intereses3.
Una oligarquía, en definitiva, que es el producto más depurado del desarrollo capitalista en su fase imperialista, cuando la concentración del capital ha alcanzado unas proporciones extremadamente agudas, y el capital financiero y los monopolios, la máxima expresión de esa concentración, se funden con el Estado. 
No, no es democracia: es la dictadura del capital financiero y del capitalismo monopolista de Estado4.

NOTAS

cesita el bombeo continuo de cien mil millones de dólares mensuales de China y Japón para financiarlo. Pero lo más importante, su sistema financiero se ha desplomado, los activos bursátiles de sus principales empresas se hunden, y la recesión que afecta a su economía real deprime la inversión, acelera la destrucción de empresas, dispara el desempleo y contrae el consumo doméstico, factor este último que ha sido clave en el crecimiento del PIB norteamericano de la última década y en el de la propia economía mundial.
2. La prensa burguesa está llena de ejemplos que han salido a la luz de quiénes son y cómo vive esta oligarquía. Por ejemplo, las cinco mayores firmas de Wall Street (Merrill Lynch, JP Morgan, Lehman Brothers, Bear Stearns y Citigroup), pagaron más de tres mil millones de dólares en los últimos cinco años a sus máximos ejecutivos. Cuando el sistema financiero colapsó, las grandes firmas aprobaron finiquitos multimillonarios para los presidentes de las mismas: Stanley O'Neall obtuvo 161 millones de dólares cuando abandonó Merrill Lynch; Charles Prince otros 40 millones al salir de Citigroup; otro tanto obtuvo Richard S. Fuld después de la debacle de Lehman Brothers, que en el momento del colapso ganaba 17.000 dólares a la hora. El caso no es exclusivo de los EEUU. En el Estado español, el ex consejero del Banco de Santander, Ángel Corcóstegui, batió un récord mundial al cobrar en 2002 un total de 108 millones de euros al dejar el banco; igual que él, José María Amusátegui, ex copresidente del banco tras la fusión con el Central Hispano se llevó 56 millones de euros en 2001. Peter Erskine, consejero delegado de la compañía de telefonía móvil O2, comprada por Telefónica, recibió más de 30 millones. Alfonso Cortina, ex presidente de Repsol, se embolsó 19,5 millones y Manuel Pizarro, el desdichado número dos de Rajoy en las últimas elecciones generales, logró la friolera de 12 millones cuando abandonó la presidencia de Endesa. La prensa pone el grito en el cielo ante estos "malos" y "avariciosos" capitalistas. Pero la pregunta es ¿dónde están los buenos y sensatos? Emilio Botín acaba de anunciar que su banco ganará cerca de 10.000 millones de euros este año. ¿No forma parte de esta oligarquía? Amancio Ortega, presidente de Inditex, tiene una fortuna valorada en más de 10.000 millones de euros ¿Es un ejemplo de capitalista bueno y honesto? Lo mismo podemos decir de las hermanas Koplowitz, de la familia Entrecanales, de... no hace falta seguir.
3. Si alguien piensa que exageramos, puede reflexionar sobre el hecho de que Zapatero se dirigiera, antes que a nadie, a Emilio Botín, presidente del Banco de Santander, para consultarle sobre el plan del gobierno a favor de la gran banca (150.000 millones de euros), o que recibiera en la Moncloa a seis presidentes de bancos y cajas para comentar dichas medidas dos días antes de que fueran aprobadas en el Consejo de Ministros.
4. "En la época del capital financiero los monopolios del Estado y los privados se entretejen formando un todo y, tanto los unos como los otros, no son en realidad más que distintos eslabones de la lucha imperialista que los más grandes monopolistas sostienen en torno al reparto del mundo" V. I. Lenin, El imperialismo fase superior del capitalismo, Fundación Federico Engels, Madrid 2007, p. 59.

UN POQUITO DE MUSICA

TRABAJADORES DE NISSAN PROTESTANDO

LEOPOLDO ABADIA LA CRISIS NINJA

CRISIS COMEDORES SOCIALES

Informe Semanal - Familias en Quiebra

Informe Semanal - Familias en Quiebra 2

Informe semanal : El fin del Boom (1/2)

Informe semanal : El fin del Boom (2/2)

PROTESTA EN WALL STREET

Walter martinez análisis crisis financiera Estados Unidos VTV

LONDRES PROTESTA CONTRA LA BANCA EN LA "CITY" FINANCIERA

EXPLICACION DE LA CRISIS

THE END

chvez canta a maisanta



ISRAEL ESTADO GENOCIDA