martes, 11 de noviembre de 2008

La sombra de la bancarrota planea sobre General Motors

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La sombra de la bancarrota planea sobre General Motors

Publicado el 10-11-2008 , por Expansión.com

Las firmas de inversión ven cada vez más negro el futuro del que fuera líder indiscutible del sector automovilístico. Barclays ha rebajado el precio objetivo de General Motors a un dólar, y Deutsche Bank a cero, al valorar que incluso un eventual 'rescate' tendría efectos similares en su cotización a la de una probable bancarrota. La empresa de Detroit se hundió hoy en más de un 25% en Wall Street.

Las dudas sobre la solvencia de General Motors no son nuevas, pero en las últimas horas han alcanzado una dimensión insospechada en los mercados financieros. 

La crisis ha reducido a menos de 2.000 millones de dólares (unos 1.564 millones de euros) el valor bursátil del hasta hace unos años el dominador inalcanzable del sector automovilístico. Esta cifra la superan 32 de los 35 valores del Ibex, todos salvo Técnicas Reunidas, Abengoa y OHL. 

A pesar de lo reducido de su valor en bolsa, los analistas de Barclays Capital prevén que las acciones de la empresa de Detroit se reduzcan a un tercio de su precio actual. La firma británica fija un precio objetivo de un dólar por acción. 

Un listón ya no bajo, sino prácticamente inexistente, es el que establecen como valoración desde Deutsche Bank. Los analistas del banco alemán contemplan como precio objetivo de General Motors los cero dólares

Wall Street no dudó en recoger las previsiones más agoreras que barajan las firmas de inversión, junto a los últimos recortes emitidos por las agencias de rating, profundizando todavía más dentro del rango de 'bonos basura'. En el inicio de la semana, las acciones de la empresa automovilística se hundieron más del 25%. 

El informe de Deutsche Bank no deja lugar al optimismo. Sobre sus perspectivas, apunta que "incluso si General Motors consigue evitar la bancarrota, creemos que el camino futuro de la compañía sería similar al de una bancarrota". 

La, en principio, más tranquilizadora de las opciones, la de un 'rescate', mediante las ayudas que estudia el Gobierno estadounidense, tendría un impacto igualmente negativo en la cotización de General Motors. "Creemos que cualquier ayuda gubernamental diluiría significativamente" la cotización del grupo, advierten desde Barclays Capital. 

Los analistas de Deutsche Bank llegan incluso a poner una fecha tope. En el caso de no recibir un paquete de rescate por parte de las autoridades estadounidenses, a través de una inyección de capital o mediante la concesión de créditos, General Motors podría encontrar serios problemas para afrontar sus pagos a partir de diciembre

La firma de inversión Buckingham Research Group se suma también al pesimismo sobre la compañía de Detroit. Al igual que Barclays, han rebajado su precio objetivo a un dólar por acción, y señalan que "la única salvación para General Motors es una inyección de capital del Gobierno".

Publicado por Expansion el 10-11-2008

Desaparecidos (y no precisamente en combate)

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escrito por Xaquín García Sinde   
domingo, 09 de noviembre de 2008

En septiembre, los dos se mostraron de acuerdo con la austeridad presupuestaria para 2009, "dado el deterioro de la situación económica".
Octubre empezó con Fidalgo afirmando que "lo que está haciendo Solbes es difícil de superar en términos positivos" y acabó con ambos alabando al recién fallecido José María Cuevas. Méndez destacó que sabía ponerse en el lugar de sus interlocutores (?), que antepuso los intereses del país a los intereses empresariales (??) y que ayudó a asegurar un futuro sólido al sistema de pensiones (???). Extrañas palabras para dedicárselas a un hombre que toda su vida fue un mercenario de la burguesía y ayudó a la explotación de los trabajadores: durante la dictadura, desde el sindicato vertical franquista; durante la democracia, desde la patronal CEOE. 
Pero donde los dirigentes sindicales sí dicen lo que piensan es en los cenáculos de la burguesía, aunque apenas trasciende porque sólo aparece en prensa especializada leída por empresarios y ejecutivos. Ejemplo: la conferencia de Fidalgo celebrada el 24 de septiembre en un marco de indudable sabor proletario como es el Hotel Ritz de Madrid y reseñada al día siguiente en Cinco Días.
Escribe el periodista: "Fidalgo defendió el papel de moderación histórica de CCOO en las últimas negociaciones entre empresarios y sindicatos. Responsabilidad que se traduce, según desveló ayer, en las peticiones que ha realizado a Zapatero en el inicio del diálogo de esta legislatura. ‘Le pedimos dos cosas. Mientras se pueda, que se aguante la cobertura de desempleo y, segunda, que no se toque el fondo de la Seguridad Social'. (...) A cambio, CCOO ofrece otros pactos. ‘Una cosa que vale mucho en esta situación, la paz social', explicó. Además, CCOO está dispuesto a renovar el Acuerdo Interconfederal para la Negociación Colectiva (con incrementos del 2% en 2008) que tenga como resultado ‘mantener o mejorar en lo posible' las rentas de los trabajadores" (los subrayados son míos). 
Fidalgo también opina sobre la situación general del mundo. En una rueda de prensa en Extremadura, con motivo de un Consejo Regional de CCOO el 23 de octubre, dijo que el capitalismo "está fundado" y que "el sistema alternativo que hubo tampoco tuvo mucho éxito (...) de lo que se trata es de fortalecer las instituciones del gobierno mundial de la economía". Además añadió que Bretton Woods fue muy útil porque creó el FMI. Y para rematarla, dijo que el próximo presidente de EEUU debe "evitar que se le funda la base de legitimación política cuando muchos ciudadanos vean que un directivo con un contrato blindado se retira a Florida con unos cuantos millones, mientras que queda embargado alguien con una pequeña deuda o que se quedó en el paro". Es decir, a Fidalgo le que más le preocupa es la deslegitimación del capitalismo. ¡El mundo al revés! 
Con estas ideas en la cabeza, no es de extrañar que Fidalgo predique a los trabajadores la resignación. Según la web de CCOO, Fidalgo dijo en la reunión de Extremadura que los sindicatos no van a convocar movilizaciones de carácter general contra la crisis porque "esto no se arregla con una romería ni con ir a Lourdes" (http://www.extremadura.ccoo.es/webextremadura/menu.do?Inicio:38627) 
¿Cómo se arregla, entonces? Según él, empresa a empresa y mediante la negociación colectiva y el diálogo social con los gobiernos central y autonómicos. Pero, en realidad, ninguno de estos mecanismos sirve. 
La crisis no se solucionará empresa a empresa ni mediante la negociación colectiva porque lo que está en crisis es el sistema, y esto implica que el marco económico general condiciona totalmente cada marco singular. Tampoco se resolverá mediante el diálogo social, por dos motivos: 1) porque es una crisis mundial que no se puede solucionar en un solo país, y mucho menos en una autonomía; 2) porque los empresarios lo van a querer todo y no van a dejar margen para ningún diálogo. El único lenguaje que entenderán los capitalistas es el de la movilización y la huelga.

Los sindicatos necesitan una limpieza

Los empresarios quieren hacernos pagar los platos rotos de la crisis de su sistema. La lista de empresas con despidos crece día a día. Y no hay salidas particulares; el problema es global, político. Por eso hace falta una acción sindical también global, de clase, y con una perspectiva socialista e internacionalista. Es hora de luchar, pero hay un obstáculo: nuestros propios dirigentes, que están instalados en el sistema. Y aunque pueda parecer imposible, todavía pueden llegar más lejos. 
En su obra Acerca de los sindicatos, Trotsky explica que en tiempos de crisis profunda del sistema los dirigentes sindicales reformistas tienden a convertirse en ministros de la burguesía. Por eso, una tarea fundamental en esta situación es apartar de la dirección a todos aquellos que asumen este sistema y actúan como agentes del mismo. El actual contexto de crisis, que espoleará la radicalización de los trabajadores y la lucha de clases, favorece ese proceso de transformación profunda que nuestros sindicatos necesitan. 
Durante la última década, mientras las condiciones laborales se degradaban, los dirigentes sindicales favorecían a las empresas. Fue una auténtica situación contra natura, que si los trabajadores soportaron fue porque la economía iba "bien". Pero ahora la fiesta se acabó, y esto provoca que las contradicciones entre la política de los dirigentes y la realidad que sufre la clase obrera se estén volviendo insoportables, sobre todo en CCOO, donde cada vez más gente se queja de que tengamos un secretario general que no es de izquierdas, que ya está bien de tanta visita de Fidalgo a la FAES con Aznar, que ya está bien de tanta "responsabilidad"... Si la dirección no responde en breve plazo al sentir de las bases, estallará una crisis interna de enorme magnitud en la que los marxistas podemos y debemos jugar un papel destacado, levantando la bandera de un sindicalismo combativo y una alternativa socialista a este sistema irreformable.

A diferencia del pasado, cuando en los medios de comunicación aparecían frecuentemente dirigentes como Marcelino Camacho o Nicolás Redondo opinando —aunque no siempre con acierto— sobre los temas que afectaban a la clase obrera (desde leyes laborales a reformas educativas o presupuestos generales), hoy es realmente difícil encontrar a José María Fidalgo o Cándido Méndez. Se les puede aplicar lo que siempre dice una compañera mía de trabajo refiriéndose al comité de nuestra empresa: “están desaparecidos, ¡y si por lo menos fuese en combate..!”. Aunque, la verdad, para lo que dicen cuando abren la boca, casi sería mejor que se quedasen callados. Veamos algunas de las perlas que han soltado en los últimos tiempos.

Elecciones en EEUU. Los trabajadores y la juventud votan masivamente por el cambio


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escrito por Juana Cobo
  
martes, 11 de noviembre de 2008

¿Responderá Obama a las expectativas creadas?

Nunca antes unas elecciones norteamericanas habían provocado tanta expectación ni tampoco habían generado tantas ilusiones y esperanzas en EEUU. Nada más conocerse el triunfo de Obama una masa entusiasta de hombres, mujeres, jóvenes, blancos, negros, hispanos, llenaron las calles de todo EEUU para celebrarlo: sólo en Chicago más de un millón, en Harlem fueron decenas de miles al grito de "¡Poder para el pueblo!", o "¡Sí podemos, sí podemos, lo hicimos!" en Times Square. Es difícil recordar algo parecido en la historia reciente del país.

Tanto el resultado de estas elecciones como el desarrollo de la campaña electoral y de las primarias en el Partido Demócrata son la consecuencia de toda una serie de acontecimientos ocurridos durante los últimos años y que han sacudido la conciencia de los jóvenes y trabajadores norteamericanos. El fraude electoral del año 2000, los atentados terroristas del 11-S, las guerras de Iraq y Afganistán, el colapso de empresas como Enron, el huracán Katrina y la incapacidad de la administración Bush para socorrer a las víctimas, los ataques a los derechos democráticos y, por último, la crisis económica, se han convertido en acontecimientos que han empujado a millones de personas a cuestionar toda la política de los Republicanos, el papel de las gran banca y las "empresas", y, en última instancia,  el "Estado" y al propio sistema capitalista.

Hace un año The New York Times publicaba un artículo con el siguiente titular: "Según las encuestas, los jóvenes norteamericanos están girando a la izquierda". Pero no era el único. The Economist también afirmaba en otro artículo titulado "¿Está girando a la izquierda EEUU?" lo siguiente: "La población estadounidense parece reaccionar a la revolución conservadora con un giro a la izquierda. La mayoría quiere sanidad universal; desconfía en la fuerza como una manera de conseguir la paz (...) e incluso desaprueba la intolerancia frente a las cuestiones sociales" (The Economist, 9/8/2007).

Una extrema polarización: participación de masas en la campaña electoral

Estas elecciones han demostrado la existencia de una extrema polarización, no sólo económica y social, sino también política entre la derecha y la izquierda. El apoyo de masas a Obama y al Partido Demócrata es la expresión de este giro a la izquierda, que adopta un carácter completamente distorsionado debido a la ausencia de un partido obrero de masas capaz de reflejar de una forma más nítida este giro. Obama no es un revolucionario ni un socialista, incluso dentro del Partido Demócrata pertenece a lo que se podría denominar "ala de derechas", pero su discurso "populista" ha conseguido conectar con los deseos de cambio de la mayoría de la población estadounidense después de ocho años de políticas reaccionarias por parte del gobierno de George W. Bush.

Las elecciones primarias que finalmente llevaron a la elección de Obama como candidato demócrata también fueron una prueba clara de este proceso de politización. Millones de personas participaron en esas elecciones, que se convirtieron en una campaña histórica con mítines de masas no vistos desde la época de Kennedy (en Cleveland o Houston 80.000 personas, 150.000 en Chicago...) Además en torno a tres millones de personas contribuyeron económicamente o participaron en la organización de la campaña, entre ellos 250.000 activistas sindicales, y se crearon más de 700 oficinas de campaña por todo el país. Estos datos demuestran lo rápido que los jóvenes y trabajadores pueden pasar de la apatía a participar activamente en política cuando creen que sus intereses están en juego y que ellos pueden contribuir a cambiar su situación. Lo que también es una prueba del potencial que existe para el rápido desarrollo de un genuino partido obrero de masas en el próximo período.

Otra característica importante fue la persistente aparición en la campaña de la palabra "socialismo", utilizada por los Republicanos como un intento desesperado de asustar a la clase media y movilizar su voto recurriendo al viejo fantasma del socialismo y comunismo que tan útil fue para la clase dominante durante décadas. Aunque en este caso resultaba chocante que asustaran con el socialismo, las nacionalizaciones, cuando en mitad de la campaña Bush utilizaba el dinero público para nacionalizar bancos. El hecho de que este tipo de cosas no hayan tenido el efecto que deseaba la derecha es un reflejo del nuevo período en el que ha entrado EEUU.

Los resultados electorales

Resulta difícil comprender como en el país más poderoso del planeta, el más avanzado tecnológicamente, no se puedan conocer datos electorales exactos hasta semanas o incluso meses después de celebradas las elecciones. Lo que sí se sabe es que la participación ha sido muy alta. Los colegios electorales se llenaron desde primeras horas de la mañana y en algunos casos hubo colas de 4 o incluso de 8 horas como sucedió en Georgia. Parece que han votado unos 133 millones de personas, lo que representaría un 64,1% de los ciudadanos registrados. Debemos tener en cuenta que en EEUU para votar no basta con tener 18 años, hay que inscribirse en el censo electoral y se puede perder el derecho a voto por múltiples razones que varían en cada uno de los estados. Por ejemplo, la población reclusa estadounidense, más de dos millones, no tienen derecho a voto; también puede perder el derecho a voto alguien condenado a una multa por fumar marihuana o conducir con exceso de velocidad; en otros muchos casos, sobre todo en el sur del país, se borra arbitrariamente de las listas a votantes potenciales demócratas. En 2006 más de 19 millones de personas tenían privado su derecho a voto.

En las elecciones precedentes ha sido habitual que aproximadamente un 30 por ciento de los ciudadanos con derecho a voto no estuvieran inscritos. Obviamente el porcentaje era mucho mayor en las zonas obreras, mientras que en los feudos republicanos la proporción de inscritos y de participación en las elecciones siempre ha sido bastante más elevada. En estas elecciones han votado 10 millones de personas más que en las presidenciales de 2004. Han votado 24 millones de jóvenes entre 18 y 29 años de edad, lo que supone 3,2 millones más que en 2004 y el 66% ha votado a Obama. También han votado 4 millones más de afroamericanos y 2,7 millones más de hispanos. Se calcula que la participación entre la población afroamericana ha sido de un 70%, la más alta desde 1968, primer año en el que disfrutaron del derecho a voto en todo el país y donde la participación entre los afroamericanos fue del 58% (desde entonces la participación de este sector de la población apenas superó el 30%). Obama, a falta de terminar el escrutinio, ha conseguido el 53% de los votos, 65.431.955 (6,4 millones más que los conseguidos por Kerry en 2004), y McCain ha obtenido 57.434.084 (4,5 millones menos que Bush), los demócratas han sacado casi 8 millones de votos de diferencia a los republicanos.

Los demócratas han ganado en casi todos los estados más afectados por la crisis: California, Florida, Nevada, Virginia, Ohio y Michigan. En el Senado, que renovaba la mitad de sus miembros, todos los candidatos republicanos han perdido y todos los demócratas que se presentaban a la reelección ganaron. En el Congreso, que se renovaba completamente, también ganaron los demócratas con 256 congresistas frente a los 173 de los republicanos.

El mapa político después de estas elecciones es muy claro. La base de apoyo republicana es fundamentalmente rural, donde McCain ha conseguido el 60% de los votos, mientras que los demócratas barren en toda la costa este, la costa del Pacífico y en todo el medio este industrial. En las ciudades han ganado los demócratas con una clara ventaja, 7 de cada 10 votos urbanos ha sido demócrata: 70% en Detroit %; 58% en Miami; 79% en Nueva Orleans; 69% en Los Ángeles; 60% en Chicago, Filadelfia, Pittsburgh, Delaware; 69% en Cleveland o 65% en Toledo. En Nueva York, por ejemplo, Obama ganó en el Bronx con el 88% de los votos, en Queens con un 75% y en Brooklyn con un 79%.

Según los datos de la encuesta que hizo a pie de urna la CNN, Obama gana entre los que tienen menos ingresos (50.000 dólares o menos anuales); entre las mujeres un 53%; entre los que han votado por primera vez, un 88%; entre los que se oponen a la guerra de Iraq con un 76%. El único segmento de edad en el que ganan los republicanos es entre los que tienen 65 años o más.

Una catástrofe social en medio de un boom económico

En el fondo de estos resultados está el contexto social y económico del país. El huracán Katrina desveló ante los ojos de todo el mundo la realidad del "sueño americano": millones de personas viviendo en la pobreza extrema y unas condiciones de vida más propias de países del Tercer Mundo que de la nación más poderosa del planeta.

En el último periodo se han publicado toda una serie de informes sobre las condiciones de vida y la pobreza en EEUU que retratan una situación social no vista desde Gran Depresión de los años treinta. Lo más destacado no son los datos por sí mismos, ya de por sí terribles, sino que además toda esta catástrofe se ha desarrollado en un período de boom económico. Reseñaremos algunos de los más representativos:

  • En 2005, antes del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, sólo en las zonas urbanas había 3,5 millones de "sin techo", una cifra a la que habría que sumar otros tantos de las zonas rurales.
  • Recientemente se publicó un informe titulado: Mitos y realidades sobre las familias trabajadoras con bajos ingresos. Según se lee en el mismo, en 2006 un 28,2% de las familias trabajadoras norteamericanas vivían por debajo del umbral de pobreza (casi 9,6 millones de familias). No se trata de familias marginales, pues el 72% de estas familias cuentan con uno o dos miembros con trabajo, pero sus ingresos no llegan para cubrir sus necesidades básicas. En ese mismo año había más de 29,3 millones de puestos de trabajo con salarios inferiores al nivel de pobreza y  sólo el 25% de las familias en EEUU disponían de un salario decente para asegurar sus necesidades fundamentales, incluido el seguro médico.
  • Al otro extremo de esta masiva extensión de la pobreza, tenemos una obscena concentración de riqueza en manos de unos pocos. El 10% de la población más rica tiene el 71% de la riqueza y el 1% entre el 25 y 33% de la riqueza. Se trata de la mayor concentración de riqueza desde 1928, justo antes del crack de 1929, cuando el 1% más rico controlaba el 24% de la riqueza.
  • Otro de los mitos que durante décadas propagaron los medios de comunicación era presentar a EEUU como el paradigma de la riqueza, donde el "sueño americano" permitió a los trabajadores convertirse en clase media.  Pero también este mito ha hecho aguas. Según un informe de la Foundation for American Communication: "Los patrones que después de la Segunda Guerra Mundial servían para definir a la clase media hoy no sirven". Y estos patrones eran: tener una vivienda (los desahucios este año han aumentado un 75%); acceso a la enseñanza superior (los costes desde 1994 han aumentado un 25-30%); tener seguro médico (hoy casi 50 millones de personas no lo tienen); un plan de jubilación (la crisis financiera ha evaporado 2 billones de dólares de los planes de pensiones) y un salario que cubriese todos los gastos familiares.

Una recesión profunda

Unos días después de las elecciones el Departamento de Trabajo publicó los últimos datos del paro en EEUU: 603.000 desempleados más sólo en octubre, lo que coloca la tasa de desempleo en el 6,5% (la más alta desde 1994), superando los 10 millones de parados (la más grande desde 1983). En lo que va de año se han perdido 1,2 millones de puestos de trabajo, más de la mitad en los tres últimos meses. Este último mes se han destruido 90.000 empleos en el sector manufacturero; 49.000 en la construcción; 51.000 en el sector servicios; 38.000 en comercio y 24.000 en el sector financiero. El número de parados de larga duración (27 meses o más en paro) aumentó hasta los 2,3 millones de personas, el 22% del total de parados y la proporción más elevada en 25 años.

El aumento del desempleo tiene un efecto social devastador. Según publicaba New York Times sólo el 32% de los parados cobra un subsidio. Además la tasa oficial de paro, como ocurre en todos los países, subestima el paro real porque los gobiernos utilizan todo tipo de trucos para mantener la tasa de paro artificialmente baja, como ocurre con el IPC. Por ejemplo, no incluye a los que trabajan unas horas o un día a la semana (6,7 millones de personas). Tampoco a aquellos que cuatro semanas antes de la elaboración de los datos no buscan activamente empleo (1,6 millones de personas). Si todo esto se tuviera en cuenta la tasa real de desempleo sería del 11,8 por ciento, casi 20 millones de personas. Y no pasan los días sin que se anuncien nuevos despidos: Chrysler anunció el despido antes de fin de año del 25% de su plantilla; las aerolíneas 36.000 despidos; Wachovia 7.000, GMAC Financial Services 5.000 y el Servicio Postal acaba de anunciar los primeros despidos de su historia.

Hace pocos días Nariman Behravesh, economista jefe de IHS Global Insight, definía la situación en Bloomberg News: "Nos dirigimos hacia una profunda recesión. Borren la palabra suave de su vocabulario. Es grande, mala y generalizada". Según datos oficiales el PIB experimentó este tercer trimestre un crecimiento negativo del 0,3%; el consumo, responsable durante el boom económico de dos tercios de la actividad económica, cayó el mes pasado un 3,1%, (la primera contracción desde 1991 y la mayor desde 1980); los ingresos personales disponibles bajaron un 8,7%, la mayor caída desde 1947. Goldman Sachs acaba de revisar sus perspectivas para el desempleo y el PIB, prevén una contracción económica del 3,5% en el cuarto trimestre y otra del 2% para en el primer trimestre de 2009, lo que situaría la tasa oficial de desempleo en un 8,5% para finales del próximo año. De cumplirse estos pronósticos significaría la caída trimestral más importante desde 1981-82.

¿Y ahora qué?

Todos se hacen la misma pregunta ¿qué hará Obama? ¿Su política satisfará las esperanzas e ilusiones que millones de jóvenes y trabajadores han depositado en él?

Obama llega a la presidencia en medio de la peor crisis económica desde los años treinta que tendrá unos efectos devastadores sobre las vidas de millones de personas. Además recibe la herencia de dos guerras sin solución a la vista y un estado totalmente endeudado, situación agravada con el regalo de 700.000 millones de dólares a la banca y otros 25.000 millones a las tres grandes empresas automovilísticas. No es de extrañar, por tanto, que sólo hayan transcurrido algunos días de este triunfo para que Obama, los principales medios de comunicación de la burguesía y los dirigentes del Partido Demócrata, intentaran enfriar las esperanzas y expectativas levantadas. Dos días antes de las elecciones The London Times recogía las declaraciones de Obama en las que mostraba su preocupación por la euforia y unas esperanzas irreales. En su primer discurso después de conocer la victoria afirmó cosas como: "El camino será largo... Habrá percances y comienzos en falso. Hay muchos que no estarán de acuerdo con cada decisión o política que tome cuando sea presidente. Y sabemos que el gobierno no puede solucionar todos los problemas (...)". Los propios medios de comunicación de la burguesía llenan sus páginas con artículos explicando que no se pueden hacer milagros e, incluso, pidiendo al propio Obama que cuanto antes defraude las ilusiones mejor.

La ausencia histórica de un partido obrero de masas en los EEUU hace que los anhelos y deseos de los trabajadores se expresen de una manera distorsionada a través del Partido Demócrata, un partido de la clase dominante norteamericana. En gran parte es también la responsabilidad de las direcciones sindicales que durante años han sustentado a este partido (por ejemplo han dedico más de 300 millones de dólares a la campaña electoral demócrata). Pero el Partido Demócrata no tiene nada que ver con un partido de izquierdas clásico: si el Partido Republicano es la cara dura y reaccionaria del sistema capitalista, el Partido Demócrata es la otra cara de la moneda, la cara amable que en tiempos de crisis utiliza la clase capitalista para aplicar su política sin que ello implique un riesgo para la supervivencia del capitalismo. Durante décadas ha ocurrido así y no va a cambiar ahora. Una prueba de por dónde van a ir las cosas son los nombramientos decididos por Obama para conformar su equipo de gobierno, comenzando con Rahm Emanuel, representante del sector más derechista del Partido Demócrata que apoyó la guerra de Iraq y cuenta con importantes vínculos con las grandes empresas.

En cualquier caso una cosa está clara: La profundización de la crisis económica no va a permitir a Obama cumplir sus promesas ni satisfacer las necesidades de todos aquellos que han depositado su confianza en él. Se han hecho muchos paralelismos con la llegada de Franklin D. Roosevelt al poder, pero existe una diferencia fundamental: cuando Roosevelt asumió la presidencia en 1933 y aplicó la política del New Deal habían pasado cuatro años desde 1929 y lo peor de la recesión. Las condiciones actuales son completamente diferentes. La economía de EEUU está aplastada por una montaña de deudas y hay una espiral recesiva sin control. Obama podría introducir alguna reforma limitada pero no resolverá el descontento y la furia de millones de personas que lo van a perder todo. The New York Times (5/11/08) informaba que Obama iba a pedir al Congreso "100.000 millones de dólares para obras públicas, extender el subsidio de desempleo, conceder ayudas para pagar las facturas de calefacción este invierno, aumentar los cupones de comida y ayudas a ciudades y estados". También se habla del cierre de Guantánamo, como un gesto al resto del mundo. Pero todo esto es insuficiente ante la magnitud de lo que se avecina.

La burguesía es consciente de la situación que se prepara, no sólo en el plano económico, sino también en el terreno de la lucha de clases. No es casualidad que este verano un alto tribunal prohibiera las huelgas o actividades políticas en el centro de trabajo, sobre todo después de la huelga general que protagonizaron los estibadores el pasado 1 de mayo contra la guerra de Iraq, o un año antes la gran huelga de los inmigrantes. Tampoco es casual que el gobierno decidiera estacionar de manera permanente dentro del país a la 1ª Brigada de Combate de la 3ª División del ejército, una brigada de élite formada por 4.000 soldados que estaba en Iraq y cuyo principal objetivo será ocuparse del "malestar civil", es decir, de las más que probables explosiones sociales y levantamientos que se producirán en el próximo período.

Otro síntoma de la preocupación que embarga a la clase capitalista han sido los constantes llamamientos que Obama realizó a la "unidad nacional" en su discurso ante un millón de personas en Chicago y también del derrotado candidato republicano McCain, cuya alocución tuvo el mismo contenido. Incluso ya se habla abiertamente de que destacados dirigentes republicanos, como Colin Powell, podrían ocupar puestos en el futuro gobierno de Obama. Todo esto indica el profundo temor que existe en el seno de la clase dominante norteamericana a una explosión social que ponga patas arribas toda la estabilidad del régimen.

Millones han depositado su confianza en Obama con la esperanza de un cambio radical en sus vidas y muchos han despertado a la actividad política. Es normal que Obama disfrute de un breve período de luna de miel, pero ya es un síntoma que el Presidente electo comenzara pidiendo cien días de margen y ahora hable de mil días. La escuela del Partido Demócrata será amarga: más pronto que tarde los jóvenes y trabajadores verán que detrás de toda la retórica populista, detrás de todas las promesas de cambio, sólo hay más de lo mismo, depositar el peso de la crisis sobre los hombros de los trabajadores y sectores más desfavorecidos de la sociedad. Las necesidades de las masas no pueden esperar y finalmente tendrán que emprender el camino de la lucha para defender sus derechos y condiciones de vida. Estas elecciones representan un acontecimiento histórico y un punto de inflexión en la lucha de clases de EEUU. La oleada de despertar político y movilización que ha provocado la campaña, la radicalización de los jóvenes y trabajadores, no ha terminado, todo lo contrario, acaba de comenzar y asegura ser profunda y prolongada. En esas circunstancias maduraran las condiciones para levantar una alternativa socialista revolucionaria, con apoyo entre millones de trabajadores y oprimidos, en el corazón de la potencia capitalista más poderosa de la historia.

Elecciones en EEUU. Bienvenidos a la “escuela de los demócratas”

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escrito por John Peterson (Socialist Appeal – EEUU)   
viernes, 07 de noviembre de 2008
 

EEUU ha elegido a un nuevo presidente. El 20 de enero de 2009, Barack Hussein Obama jurará el cargo de 44º presidente de Estados Unidos. Junto con el dramático giro en la situación económica, este acontecimiento marca un punto de inflexión claro en la historia del país y el mundo. En las calles de EEUU se puede sentir un suspiro colectivo de alivio. Decenas sino cientos de miles de personas salieron a las calles de Nueva York, Chicago, San Luis y San Francisco, muchas bailaban e incluso gritaban de alegría. Los jóvenes en coche o bicicletas a través de las calles gritaban a los transeúntes: "¡Obama!" Algunos han comparado los festejos con la celebración del Año Nuevo y las caras de las personas, especialmente de los jóvenes afroamericanos, mostraban entusiasmo. Estas escenas se han repetido por todo el mundo, es una respuesta a la frustración provocada por la política de Bush. El mundo no ha sido un lugar muy agradable durante estos últimos ocho años.

Obama dice que ofrece "un nuevo tipo de política". Esta idea provocó una participación récord y en muchos estados en algunos colegios electorales los votantes tuvieron que esperar colas de cuatro y cinco horas. En el aire se podía sentir un espíritu de esperanza y lleno de historia. Realmente se trata de un acontecimiento histórico. Por primera vez un afroamericano ha sido elegido presidente de la nación más poderosa del planeta. Sin embargo, la elección de un presidente negro no significa que haya desaparecido el racismo. Muy lejos de la realidad, el racismo es un producto del sistema capitalista y continuará mientras exista el sistema.

Pero la victoria de Obama demuestra que los norteamericanos están tan hartos de Bush y su política que incluso algunos con prejuicios racistas han preferido votar a un "negro" antes que a un republicano. Para los marxistas el color de la piel de un presidente no es lo que determina nuestra actitud. Lo que importa son los intereses de clase que representa un candidato. Las ilusiones en Obama en este momento son muy grandes pero no es casualidad que haya recogido más dinero procedente de las empresas que John McCain o que las bolsas mundiales subiesen al conocer las noticias de su triunfo. Es la elección de las grandes empresas para los tiempos que se avecinan. Pero aún así, dentro de los límites del panorama actual electoral de EEUU, su victoria decisiva representa un giro a la izquierda significativo y saludable.

Las encuestas de la noche electoral ofrecen una foto instantánea del actual ambiente que hay en EEUU: el 37 por ciento dijeron que el "cambio" era lo primero que tenían en la mente, el 79 por ciento pensaban que el país iba en la dirección equivocada. El 68 por ciento de los nuevos votantes, el 66 por ciento de los hispanos y el 90 por ciento de los afroamericanos votaron a Obama. Gente que anteriormente nunca había tenido interés en la política, de repente creían que había algo digno de votar y salieron a las calles para hacerlo. Fue tal el apoyo y entusiasmo que generó en la campaña electoral que si Obama hubiera ganado el voto popular pero hubiese perdido el voto electoral, y por tanto perdido las elecciones, sin duda el malestar se habría dejado sentir en las calles.

El director de cine Michael Moore lo ha calificado como el final de 28 años de gobierno de los republicanos y de demócratas que actúan como republicanos. Los años de Bush, los años de la guerra, el terrorismo, Enron, el Katrina, el espionaje interno, los despidos de masas, las deslocalizaciones, las redadas y las deportaciones de trabajadores inmigrantes, los ataques a los sindicatos y el declive de las condiciones de vida han terminado. ¿Es así realmente?

Como hemos explicado una y otra vez, en todo lo fundamental, Obama representa los mismos intereses que Bush y McCain. La única diferencia real es su mayor atractivo, elocuencia e intelecto. Un político astuto que sabe muy bien cuáles son los intereses que debe defender y por los que ha sido elegido, será utilizado, como Bill Clinton antes que él, para llevar a cabo ataques a la clase obrera de los que Bush no podría salir impune, pero con una cálida sonrisa en su cara y un encantador guiño de ojo. Obama sobre todo ha salido elegido sobre la base de lo que la gente quiere ver en él, no lo que realmente representa. "Esperanza" y "cambio" son palabras poderosas en tiempos de agitación e incertidumbre. Pero más pronto que tarde, saldrán a la luz los verdaderos colores de Obama. Puede que por el momento disfrute de una alta popularidad y que millones de personas estén contentas, pero podemos pronosticar que en un futuro no demasiado lejano cada vez más de sus seguidores comenzarán a sentirse confusos y traicionados, amargamente desencantados y después furiosos. Buscarán respuestas y una salida a la crisis a la que se enfrentan, y cada vez estarán más abiertos a las ideas del marxismo y el socialismo.

Desorden económico

La cuestión más importante en la mente de los votantes norteamericanos es la economía. No es extraño. La inestabilidad de la bolsa está teniendo un efecto muy real e inmediato en la economía y en la vida de los trabajadores, que serán los que sufran la crisis del sistema. Siempre igual: en los períodos de boom el rico se beneficia, pero en los períodos duros, los trabajadores y los pobres tienen que pagar la factura y apretarse aún más el cinturón.

El mercado inmobiliario ha colapsado, billones de dólares se han evaporado de la bolsa y la tasa oficial de desempleo, que mantienen baja artificialmente haciendo cambios en la forma de registrar los datos, ahora es del 6,1 por ciento, la mayor desde el 11 de septiembre de 2001. Cuando se contabilizan los parados de larga duración y el subempleo, la cifra real es mucho más elevada. La economía perdió 159.000 empleos sólo en septiembre, la mayor pérdida de puestos de trabajo desde marzo de 2003. Desde enero se han destruido 760.000 empleos, sin incluir el mes de octubre. Si tenemos en cuenta que la economía necesita generar cada mes 150.000 nuevos empleos para mantener el ritmo de crecimiento de la población activa, la imagen es aún peor. Según dice Nigel Gault, economista jefe de Global Insight: "En mi opinión estará [el desempleo] próximo al 8 o 8,5 por ciento a finales del próximo año". Esa sería la tasa de desempleo más alta desde la recesión de principios de los años ochenta.

Sólo en las dos últimas semanas las siguientes empresas han anunciado despidos de masas: Merck, Yahoo, General Electric, Xerox, Pratt & Whitney, Goldman Sachs, Whirlpool, Bank of America, Alcoa, Coca Cola, todos los fabricantes de automóviles de Detroit y casi todas las aerolíneas. Sólo en septiembre, 2.269 empresarios anunciaron despidos masivos, lo que significa que despedirán cada uno 50 o más trabajadores. Este proceso se ha intensificado desde la primavera y el verano, es el ritmo más elevado desde septiembre de 2001. La industria de servicios financieros desde el pasado verano, cuando comenzó la crisis crediticia,  ha eliminado empleos. Según algunas estimaciones desaparecerán 300.000 puestos de trabajo de los bancos y otras empresas de servicios financieros. Sólo hace unos meses eran considerados empleos de cuello blanco "seguros".

Por ahora no estaba claro si el país había entrado formalmente o no en recesión. Ahora sí parece claro. La definición técnica de recesión es dos trimestres consecutivos de contracción del PIB. En el trimestre de julio a septiembre el PIB, la principal medida de la salud económica de un país, se ha contraído un 0,3 por ciento, el peor dato desde el mismo período de 2001. La caída es aún más abrupta si se compra con el crecimiento del 2,8 por ciento del trimestre anterior. La mayoría de los economistas pronostican una caída mayor aún en el cuarto trimestre. En palabras de Brian Nethune, economista de IHS Global Insight: "El tren podría descarrilar". Y en las de Robert Macintosh, economista jefe de Eaton Vance Corp de Boston: "Muy triste. Eso significa que estamos en recesión, es tan simple como... una recesión manufacturera bastante sólida. La presunta es: ‘Cuánto durará y cuál será su profundidad?'"

La manufactura, la columna vertebral de cualquier economía industrializada, también ha sufrido un golpe dramático. El índice de actividad manufacturera del Institute for Supply Management se hundió en octubre a 38.0, bajó respecto a los 43.5 de septiembre. Cualquier indicador inferior a 50 indica una contracción. Una vez más, era el nivel más bajo desde septiembre de 2001. Sólo que en esta ocasión no fue un ataque terrorista lo que empujó al abismo a una economía ya débil, como ocurrió hace siete años. En esta ocasión es el resultado directo de una crisis profunda del propio sistema capitalista.

El consumo, que supone un 70 por ciento de la actividad económica del país, ahora ha perdido fuelle. La mayor parte de este gasto se basó en unos niveles sin precedentes de endeudamiento e hipotecas basadas en el aumento de los precios inmobiliarios, ahora todo este dinero prestado hay que devolverlo, pero con intereses. El ingreso disponible de los norteamericanos cayó un 8,7 por ciento en el tercer trimestre, la mayor caída desde 1947, años en que se empezó a registrar este dato. Los consumidores estadounidenses han reducido su gasto un 3,1 por ciento, la primera caída en siete años y la mayor en 28 años. La Conference Board ha dicho que el índice de confianza del consumidor cayó en octubre a 38, de un 61,4 registrado en septiembre. Es la mayor caída desde 1973 y el nivel más bajo desde 1967, el año en que se empezó a realizar este índice desde que recoge la confianza del consumidor. Para situar las cosas en perspectiva, hace un año, el índice estaba en 95.2 y hoy está a 38.

Las empresas también han reducido gastos. Los constructores han disminuido su gasto un 19,1 por ciento, la décimo primera caída consecutiva trimestral, las empresas han reducido un 5,5 por ciento el gasto en equipamiento y software, la mayor caída desde el primer trimestre de 2002. La crisis económica global también ha significado menos encargos de mercancías producidas en EEUU. Las nuevas órdenes de exportaciones cayeron a su nivel más bajo desde que se registra el dato en 1988, cavando con 70 meses consecutivos de crecimiento. En octubre las ventas de automóviles se han hundido a su nivel más bajo en casi 25 años, las ventas de General Motors han caído un increíble 45 por ciento. Y aquí está el dato más impresionante: la industria norteamericana del acero tiene 29 altos hornos, que suministran acero a muchos sectores clave de la economía. Ahora 17, casi la mitad, van a cerrar. Esto significará más cierres de empresas y despidos en toda la economía.

Ahora la Reserva Federal ha reducido otra vez los tipos de interés, lo que impulsará incluso más el préstamo, más gasto más allá de la disponibilidad de individuos y empresas, y por tanto, llevará a más inflación. Puede que desde el verano hayan caído los precios del gas, pero el daño ya está hecho, Exxon-Mobil sólo el año pasado se embolsó en beneficios 40.000 millones de dólares. Y sólo es una empresa. Son miles de millones de dólares que la clase trabajadora no tiene para alimentos, cuidado sanitario, educación, etc.,

Y después, tras años en que han dicho que no había dinero para escuelas, sanidad, empleos o para la reconstrucción de la Costa del Golfo y la infraestructura del país, a los pocos días el gobierno aprueba un plan de rescate a los mismos jugadores que desencadenaron la crisis. Después de décadas de luchar contra la regulación y la intromisión del gobierno, mendigan para que éste salve a su sistema. ¡Así funciona la presunta mano invisible del mercado! Como decía un comentarista, ¡la mano invisible del mercado ahora se está metiendo en los bolsillos de los trabajadores!

El gobierno, igual que los Demócratas incluido Obama y los Republicanos con McCain, han aprobado un plan de rescate no especificado por valor de 700.000 millones de dólares. En otras palabras, han aprobado el gasto pero nadie sabe cómo se va a gastar. Mientras que los banqueros de Wall Street continúan consiguiendo millones en bonificaciones y mientras se gastan miles de millones de dólares semanales en las guerras de Iraq y Afganistán, millones de trabajadores pierden sus viviendas, empleos, jubilaciones y esperanzas en el futuro.

En muchos sentidos la crisis actual ya es peor que el gran crack de 1929. Hoy la distribución de la renta es casi idéntica a la de 1928, cuando el 1 por ciento de los norteamericanos controlaban el 24 por ciento de la renta nacional. Hoy es el 23 por ciento y, por supuesto, la cantidad total de dinero es mucho mayor. También debemos recordar que la Gran Depresión realmente no se desencadenó hasta dos o tres años después del crack de Wall Street. Mientras los mercados pueden subir uno u otro día, pero la crisis está lejos de haber terminado. No podemos decir por adelantado cuál será su profundidad ni duración, pero todo apunta a que puede ser muy mala.

El aspecto más preocupante para los trabajadores estadounidenses es que estamos viviendo en lo mejor que puede ofrecer el capitalismo. ¡Todo eso en un período de boom! ¡Esos fueron los "buenos tiempos"! E incluso entonces, la brecha entre ricos y pobres ha continuado ampliándose en los países más ricos del planeta. No es de extrañar que los norteamericanos anhelen desesperadamente el cambio.

La campaña electoral más cara de la historia

La campaña para sustituir a George W. Bush ha durado 21 meses. En ese período presenciamos el ascenso y caída de contendientes como Rudy Giuliani, Hillary Clinton, Mitt Rommey, John Edwards y Mike Huckabee, y las nominaciones finales de Barack Obama y John McCain. Aunque estas elecciones representan un cambio decisivo en el ambiente del electorado y llegan en un punto de inflexión del sistema capitalista, en muchos sentidos es más de lo mismo. Mucho más. De nuevo, a pesar de las nobles palabras de cambio y un nuevo tipo de política, el dinero otra vez es la medida real del valor de un candidato y de su oportunidad de ganar.

Al principio Obama se comprometió a hacer pública la financiación de su campaña. Pero cuando empezó a ser evidente que tenía una oportunidad seria de ser el nominado de los Demócratas, cambió de rumbo y puso su mirada en las contribuciones privadas. Por primera vez en la historia de EEUU, los candidatos a la presidencia recaudaron más de 1.000 millones de dólares. Obama se calcula que recaudó un total de 640 millones de dólares, 150 millones sólo en septiembre. John McCain recogió "sólo" 360 millones de dólares. Lo que supone un cambio importante respecto a las últimas dos elecciones presidenciales cuando los republicanos conseguían más dinero que los demócratas. La empresa norteamericana no es estúpida, saben de que lado de su pan está la mantequilla.

Y si quieres saber a qué intereses servirá Obama durante su presidencia sólo necesitas seguir el dinero. También debemos decir que los cientos de miles de pequeños contribuyentes no recibirán invitaciones para los banquetes de la Casa Blanca.

¿Obama el socialista?

En todas las cuestiones fundamentales Obama y McCain están cortados por el mismo patrón. Ninguno de ellos representa una ruptura fundamental con el capitalismo, un sistema basado en la explotación de la clase obrera por parte de la clase capitalista. Su única diferencia real reside en qué es lo mejor para salvar el sistema capitalista. El mensaje de Obama de "podemos creer en el cambio" resonó en millones de norteamericanos cansados de la guerra, que se enfrentan al desahucio, la bancarrota y el desempleo, y que no pueden aceptar la idea de que "mejor es imposible". Ha tenido que atacar la codicia de Wall Street (al menos en palabras), criticar la forma en que Bush maneja la guerra de Iraq y Afganistán, o criticar el "status quo" de Washington.

McCain hizo exactamente lo mismo, pero desde un ángulo ligeramente diferente. Es significativo que este tipo de cosas más concretas hayan ocupado el centro del debate, comparado con las pasadas elecciones cuando cuestiones como el aborto, el control de armas, el matrimonio entre homosexuales y el "terrorismo" en abstracto fueron los temas principales de la discusión. Sin embargo, el partido de McCain era considerado por muchos como el responsable de la crisis económica y desde el principio se enfrentó a una lucha      cuesta arriba para superar el legado que tenía. Su edad y su estrambótica puesta en escena no le ayudaban tampoco. Como tampoco le fue útil su elección de vicepresidente. Así que recurrió a un viejo truco de la política norteamericana, acusa a su contrincante de socialista o comunista. Hace unos años esta táctica habría tenido cierto éxito, incluso un efecto decisivo.

Así que resulta revelador que en el contexto de creciente crisis económica, la palabra "socialismo" de nuevo haya entrado en la corriente principal. Incluso más significativo que esta táctica de McCain no perjudicase en nada a Obama. La mayoría de las personas se reían. Por un lado entendían que la propia palabra "socialismo" ya no tiene las mismas connotaciones "malignas" que hace años.

Obama ha dejado claro que no es socialista. Sus planes de sanidad, educación y económicos no tienen nada que ver con el genuino socialismo. A lo largo de su campaña ha apelado continuamente a la ubicua "clase media", apenas mencionó a los trabajadores y, prácticamente, ignoró a los pobres. Él mismo respondió a los ataques de McCain de la siguiente manera:

"Ahora, como sabe que sus teorías económicas no funcionan, pasado estos últimos días llamándome de todas las formas. Al final me llamó socialista porque no quería repetir los recortes de impuestos a los ricos y así finalmente proporcionar algo de alivio a la clase media. No sé qué será lo próximo. Al final de la semana me acusará de ser un comunista secreto porque compartí mis juguetes en la guardería. Compartí mi mantequilla de cacahuete y mi sándwich de gelatina".

Dejando a un lado el chiste, el único "socialismo" que Obama apoya es el "socialismo de Wall Street". A pesar de su promesa de aumentar los impuestos al 5 por ciento más rico de los norteamericanos, la ayuda de 700.000 millones de dólares es un caso de "socialismo al revés", un masivo regalo a los ricos que lo tendrá que pagar la clase obrera más tarde, bien con impuestos más altos, o a través de los recortes de nuestra calidad de vida. Los estadounidenses estarán cada vez más abiertos a la idea del genuino socialismo. Esto tiene implicaciones importantes para el futuro.

Los resultados

Obama necesitaba 270 votos electorales para ganar las elecciones. En el momento de escribir este artículo, con el 96 por ciento de los votos escrutados, tiene 338 votos electorales, más del doble que McCain que tiene 163. En cuanto al voto popular, ha conseguido un 52 por ciento frente a un 46 por ciento de McCain. Su victoria llega a pesar de los intentos de fraude, intimidación y privación del derecho a voto, particularmente de los votantes negros. En San Luis, por ejemplo, llegaron mensajes de texto a los votantes negros diciéndoles que los seguidores de Obama debían votar el miércoles en lugar del martes. La única parte de la ciudad donde se supo la existencia de máquinas de votación rotas fue en el norte de la ciudad, una zona predominantemente negra. A pesar de todo, la victoria de Obama sobre McCain fue aplastante, los republicanos lo reconocieron relativamente pronto.

En ausencia de un partido obrero de masas, la mayor parte se ha centrado en los dos principales partidos capitalistas. Con la "obamanía" a todo gas, apenas se ha escuchado nada de terceros candidatos. Sin embargo, Ralph Nader consiguió casi 660.000 votos (después de conseguir unos 4 millones de euros para su campaña), Cynthia McKineey obtuvo casi 120.000 votos (con un presupuesto de campaña de sólo 188.000 dólares). Entre ellos y otros candidatos de izquierda han recibido más votos que otros candidatos de derechas, como el Partido Libertario y el Partido de la Constitución. Además, en el distrito 8 de San Francisco la activista contra la guerra Cindy Sheehan desafió a la portavoz demócrata en el Congreso, Nancy Pelosi, cuya complicidad con la guerra la han hecho muy impopular. Aunque no ganó, Cindy Sheehan consiguió el 17 por ciento de los votos, nada mal teniendo en cuenta que se presentaba contra una contrincante poderosa y experimentada.

Además de la decisiva victoria de Obama, todo esto indica que mientras el país está cada vez más polarizado en ambas direcciones, existe un giro definido, aún modesto, a la izquierda. Subraya el potencial para un partido obrero de masas si los sindicatos rompieran con los Demócratas. Imaginad si los 300 millones de dólares gastados por los sindicatos en apoyar a Obama se gastasen en construir un partido obrero, presentando candidatos que luchasen por los intereses de la clase obrera.

Los Demócratas ahora tienen mayoría en las dos cámaras, Senado y Congreso. Después de ganar la mayoría en el Congreso en 2006, muchos pensaban que ellos harían algo para reducir la financiación y poner fin a la guerra de Iraq. No hicieron tal cosa. Después de la noche del martes no tienen excusas para acabar inmediatamente con la guerra y aprobar una legislación favorable a los intereses de los millones de trabajadores y  jóvenes que les han aupado al poder. Tienen una mayoría clara en el Congreso y controlan el Senado. Su dominio de la política estadounidense parece total. Hace unos años muchos comentaristas políticos dieron por muerto al partido. ¡Qué rápidamente cambian las cosas! Como explicamos en 2002, después de la derrota de los Demócratas en las elecciones a medio plazo:

 "Como marxistas no tenemos ninguna ilusión en el Partido Demócrata, que se presenta como la ‘cara amable' del capitalismo norteamericano. Está atado de pies y manos a la clase capitalista, nunca representará los intereses de la clase obrera. Puede que presente alguna resitencia en distintas cuestiones de importancia menor, pero ni en un millón de años se enfrentará al capital a favor de la clase obrera. Funciona totalmente en las fronteras de la democracia burguesa, es decir, la democracia para los ricos y poderosos. Este supuesto ‘camino al centro' es en realidad un peaje controlado por la clase capitalista. En última instancia, aprueba entusiastamente el sistema capitalista, sirve sólo para engañar a las masas con la ilusión de que las cosas pueden mejorar bajo este sistema económico. Los demócratas se han movido tanto al ‘centro' (no es que antes estuvieran muy a la izquierda) que apenas son distinguibles de sus supuestos oponentes ideológicos. Incluso el ultra-demócrata James Carvel dice que en esta campaña no ellos no se diferencian de los republicanos. Si eres una de las pocas personas que realmente vota, ¿para qué molestarte en votar a la ‘oposición' cuando su política prácticamente es la misma que defienden los que están en el poder? Cómo dice el refrán: ¿se puede cambiar de caballo en medio de la corriente? Los dos están a favor de la ‘guerra contra el terrorismo', son marionetas de la clase capitalista y apoyan la guerra contra el estado del bienestar por no hablar de la sanidad universal, etc., Bush está haciendo un delicado trabajo con la guerra (palabras muy belicosas con pocas bajas aún), así que ¿por qué no dejarle a él y su partido que continúen para ver cómo van las cosas?

"Sin embargo, a pesar de su evidente ineptitud, y el hecho de que las masas realmente le rechazaron en las elecciones, los Demócratas son aún una herramienta útil para la clase dominante. En ausencia de un partido obrero tradicional, la clase dominante intentará utilizar a los Demócratas y su conexión histórica con el AFL-CIO para descarrilar cualquier movimiento de los trabajadores. En la actualidad, no obstante, parece que la clase dominante prefiera utilizar una política abiertamente más agresiva con Bush y su camarilla. Pero esta situación no durará mucho tiempo. Lo que la clase dominante no ha tenido en consideración es que la clase obrera estadounidenses aún está fresca y imbatida, en determinado momento se pondrá en movimiento. Existe un tremendo descontento bajo la superficie. Es lo que hicieron con Bill Clinton, después del desencanto de los años de Reagan. Es verdad que históricamente, debido a la presión de las masas y sobre la base del boom económico de la posguerra, los Demócratas tuvieron que hacer algunas concesiones a la clase obrera. Han vivido de esta reputación durante décadas, pero su verdadera cara se ha visto ahora, con Clinton aprobando algunas de las leyes más antiobreras  en décadas. Hizo el trabajo sucio para la clase capitalista, aunque con una sonrisa agradable en su cara. Aunque ahora su reputación está en ruinas, esa situación cambiará cuando los capitalistas ya no puedan gobernar abiertamente a través de Bush y compañía". (US Mid-Term Election 2002: The factors that led to the Republican victory).

¡Cómo ha cambiado la suerte de los Demócratas! Pero el Partido Demócrata no ha cambiado en nada, aún es el mismo partido que describimos hace seis años. Lo que sí ha cambiado radicalmente es la situación objetiva y el ambiente en EEUU, así que los Demócratas de nuevo se han podido presentar como la "cara amable" del capitalismo para salvar al sistema de sí mismo. Pueden que sufran presión desde abajo para que ofrezcan esta o aquella migaja de la mesa de los empresarios. Pero en una época de inestabilidad económica, política, militar y social, no podrán ofrecer ninguna concesión significativa a la clase obrera. Su programa será de más recortes y ataques a nuestros niveles de vida. Esto será una bofetada en la cara a las expectativas generadas y transformará aún más la conciencia de la clase obrera.

En ese artículo añadimos y además predijimos que a pesar de su reelección en 2004, Bush terminaría siendo el presidente más odiado de la historia reciente, que no tenía un mandato real y que sería un peso muerte al final de su mandato. Esa predicción se ha hecho realidad. Como también ahora podemos pronosticar que al final de la primera legislatura de Obama se habrá hecho añicos la ilusión de que él representa algo verdaderamente diferente. Millones de norteamericanos cada vez estarán más abiertos a la idea de que es necesario romper con los Demócratas y construir un partido que verdaderamente represente a la clase obrera: un partido obrero de masas.

El presidente Obama

¿Qué tipo de presidencia podemos esperar con Obama? Puede que haya dicho cosas muy prometedoras e inspiradoras en la campaña, pero si leemos entre líneas, está claro que ha sido cuidadoso y se ha comprometido poco. En realidad, incluso antes de ser elegido, ya ha abandonado muchas de sus promesas para intentar reducir las expectativas existentes.

Pero con personas como Michael Moore hablando de "la tierra prometida", podemos estar seguros de que la gente espera resultados rápidos. Los asesores de Obama y los medios de comunicación lo comprenden bien y se han dado prisa para intentar calmar el ambiente de exaltación que le ha llevado al poder. En la noche electoral los analistas de MSNBC ya expresaban su preocupación porque sus seguidores se pudiesen "desencantar". Uno de los veteranos asesores de Obama le dijo al periódico británico The Times que las primeras semanas después de las elecciones serán cruciales, "para que no haya un gran giro del estado de ánimo de la euforia y júbilo a la desesperación".

En un artículo titulado: Barack Obama lays plans to deaden expectation after election victory, The Times decía:

"En una entrevista con una emisora de radio de Colorado, Obama se dedicó a reducir la expectación. Preguntado por sus objetivos para los primeros cien días, dijo que necesitaba más tiempo para ocuparse de temas importantes y costosos como la reforma sanitaria, el calentamiento global e Iraq. ‘Los primeros cien días van a ser importantes, pdero probablemente los que marcarán la diferencia serán los primeros mil días'. También recordó a las multitudes estos días lo ‘difícil que será conseguir sus objetivos, que tardará tiempo'. ‘No voy a quedarme aquí y pretender que algo de esto será fácil, especialmente ahora' esto es lo que Obama dijo ayer en un mitin en Sarasota, Florida, citando el ‘coste de esta crisis económica y el coste de la guerra de Iraq'".

La polarización de la sociedad norteamericana va en aumento, tanto a derecha como a izquierda. Al fragor de la campaña electoral, se han desatado fuerzas que deben controlar. Los antiguos rivales ahora deben intentar garantizar que prevalece la calma. El discurso de McCain sonó a un llamamiento a la unidad nacional y apoyo al nuevo presidente. En su discurso después de la victoria, Obama mostró el tono de su presidente. Aquí tenemos algunos extractos:

"Lo hicisteis porque entendéis la magnitud de la tarea que queda por delante. Mientras celebramos esta noche, sabemos que los retos que nos traerá el día de mañana son los mayores de nuestras vidas -dos guerras, un planeta en peligro, la peor crisis financiera desde hace un siglo-.

"Mientras estamos aquí esta noche, sabemos que hay estadounidenses valientes que se despiertan en los desiertos de Iraq y las montañas de Afganistán para jugarse la vida por nosotros.

"Hay madres y padres que se quedarán desvelados en la cama después de que los niños se hayan dormido y se preguntarán cómo pagarán la hipoteca o las facturas médicas o ahorrar lo suficiente para la educación universitaria de sus hijos. Hay nueva energía por aprovechar, nuevos puestos de trabajo por crear, nuevas escuelas por construir, y amenazas por contestar, alianzas por reparar.

"El camino por delante será largo. La subida será empinada. Puede que no lleguemos en un año ni en un mandato. Sin embargo, Estados Unidos, nunca he estado tan esperanzado como estoy esta noche de que llegaremos.

"Os prometo que, nosotros, como pueblo, llegaremos.

"Habrá percances y comienzos en falso. Hay muchos que no estarán de acuerdo con cada decisión o política mía cuando sea presidente. Y sabemos que el gobierno no puede solucionar todos los problemas.

"Pero siempre seré sincero con vosotros sobre los retos que nos afrontan. Os escucharé, sobre todo cuando discrepamos. Y sobre todo, os pediré que participéis en la labor de reconstruir esta nación, de la única forma en que se ha hecho en Estados Unidos durante 221 años bloque por bloque, ladrillo por ladrillo, mano encallecida sobre mano encallecida.

"Lo que comenzó hace 21 meses en pleno invierno no puede terminar en esta noche otoñal.

"Esta victoria en sí misma no es el cambio que buscamos. Es sólo la oportunidad para que hagamos ese cambio. Y eso no puede suceder si volvemos a como era antes. No puede suceder sin vosotros, sin un nuevo espíritu de sacrificio.

"Así que hagamos un llamamiento a un nuevo espíritu del patriotismo, de responsabilidad, en que cada uno echa una mano y trabaja más y se preocupa no sólo de nosotros mismos sino el uno del otro.

"Recordemos que, si esta crisis financiera nos ha enseñado algo, es que no puede haber un Wall Street próspero mientras que Main Street sufren.

"En este país, avanzamos o fracasamos como una sola nación, como un solo pueblo. Resistamos la tentación de recaer en el partidismo y mezquindad e inmadurez que han intoxicado nuestra vida política desde hace tanto tiempo.

"Recordemos que fue un hombre de este estado quien llevó por primera vez a la Casa Blanca la bandera del Partido Republicano, un partido fundado sobre los valores de la autosuficiencia y la libertad del individuo y la unidad nacional.

"Esos son valores que todos compartimos. Y mientras que el Partido Demócrata ha logrado una gran victoria esta noche, lo hacemos con cierta humildad y la decisión de curar las divisiones que han impedido nuestro progreso.

"Como dijo Lincoln a una nación mucho más dividida que la nuestra, no somos enemigos sino amigos. Aunque las pasiones los hayan puesto bajo tensión, no deben romper nuestros lazos de afecto".

Aquí lo tenemos, y procede de una buena fuente. Dejemos a un lado nuestras diferencias, trabajemos duro, basémonos en nosotros, nos esperemos demasiado del gobierno, ajustémonos los cinturones y hagamos más sacrificios, y todos seremos amigos. En el fondo, es el mismo mensaje que Bush dio a la nación después del 11 de septiembre, cuando también apeló a la unidad nacional. La idea de la "unidad nacional" sobre la superficie suena muy bien, apela a los millones que están cansados de la guerra, dejando a un lado el racismo, sexismo, homofobia y la división.  Pero bajo el capitalismo, la "unidad nacional" significa subordinar los intereses de la mayoría de la clase obrera a los intereses de un puñado de capitalistas. Puede que todos seamos "americanos", pero no todos somos "iguales". La sociedad norteamericana está dividida en clases y estas clases tienen diferencias opuestas e irreconciliables. Una clase explota y vive del trabajo de la otra. Una clase concentra la gran mayoría de la riqueza en sus manos mientras que millones apenas tienen nada. Una clase domina la política del país y controla el gobierno. Una clase hace e impone las leyes para defender sus intereses.

Y si la parcialidad es "insignificante", inmadura" y venenosa" ¿por qué continuar la farsa de tener dos partidos políticos de la clase dominante cuando ambos en realidad son las dos alas del mismo partido? También es increíble que recurran a la referencia que hizo Obama a Abraham Lincoln en su discurso inaugural. Deberíamos recordarle que a pesar de las palabras simpáticas de Lincoln, sólo una guerra civil prolongada y sangrienta consiguió acabar con las divisiones que literalmente desgarraban la nación. En aquella época, el país estaba dividido entre los capitalistas del norte y el sistema esclavista del sur. Hoy el país está dividido en dos clases principales: la clase obrera y la clase capitalista. Intentar reconciliar las dos es intentar cuadrar el círculo. Obama y los que le rodean saben que las grandes explosiones sociales están a la orden del día. Su tarea es mantener esa lucha dentro de límites "seguros".

Obama tiene que hacer algunos cambios cosméticos. Debe dar la apariencia de que hace algo nuevo y diferente. Después de ocho años de Bush y compañía, lo lógico es que siga una especie de luna de miel mientras los norteamericanos esperan y ven qué va a pasar en los próximos meses. Se espera que pronto se sepa el tono de su nueva administración, mientras Bush merodea por la Casa Blanca durante unos meses. Obama probablemente se dará prisa en anunciar una reducción de impuestos a la "clase media", mientras intenta subírselos a los ricos. En realidad, simplemente elimine algunos de los recortes de impuestos de Bush a los ricos, que sencillamente significa que el nivel de impuestos regrese a la época de Reagan, Bush padre y Clinton, es decir, en momentos donde se recortaron los servicios sociales y se disparó el gasto militar. Sin embargo, incluso si sube los impuestos a los ricos, lo que realmente están dispuestos a pagar es algo que está por ver. Hay un millón de trucos para evitar pagar al tesoro público.

También ya hay indicios de que se recortarán gastos en otras partes del presupuesto. Se prevé una caída de los ingresos por impuestos debido a la crisis económica y un astronómico presupuesto militar (más de 500.000 millones de dólares al año), recortes adicionales, sobre todo en el sector público, todo esto llegará más pronto que tarde. Por otro lado llegarán los recortes de los programas federales en estados y gobiernos locales, que se verán obligados a incrementar la venta de suelo público o permitir que se deteriore aún más la infraestructura, escuelas y otros servicios públicos. De cualquier forma la carga de la crisis recaerá sobre los trabajadores y pobres.

Un par de anécdotas protagonizadas por allegados a Obama revelan sus propias expectativas  para la administración. El vicepresidente de Obama, Joe Biden, dijo ominosamente en una entrevista reciente que dentro de los seis primeros meses de la presidente de Obama, la lealtad de sus seguidores será puesta a prueba y que tendrán que apoyarles, una insinuación clara de que prevén una política controvertida. Y Tom Daschle, el antiguo líder de los demócratas en el Senado, dijo recientemente que el ganador tendría sólo un 50 por ciento de oportunidades de ganar unas segundas elecciones en 2012. En otras palabras, sus más cercanos colaboradores esperan que su política no sea popular. ¿Por qué deberíamos esperar algo distinto de alguien que apoya el Patriot Act y que votó para aprobar un aumento de la vigilancia del gobierno de los ciudadanos norteamericanos?

Las grandes petroleras y la política exterior de Obama

Muchos están asqueados de Bush y sus lazos con las grandes petroleras, pero una mirada más estrecha de la política energética de Obama daría a sus seguidores, y particularmente a los ecologistas, mucho que pensar. Además de querer extender el uso de la energía eólica y solar, propone ampliar el uso de la energía nuclear y el carbón (aunque lo denomina "carbón limpio"). Obama también votó a favor de la ley energética de Bush y Cheney en 2005, "fue lo mejor que pudimos hacer hasta ese momento". Lo irónico es que John McCain votó en contra.

Cuando llegamos a la política exterior, Obama se parecerá más a Madeleine Albright y Bill Clinton (que bombardearon Iraq, Sudán, Afganistán e Yugoslavia durante su primera legislatura y cuyas sanciones económicas a Iraq provocaron un millón de muertos) que a la política de los neoconservadores. En otras palabras, continuará defendiendo los intereses del imperialismo norteamericano en el extranjero, aunque con menos arrogancia y con más cobertura diplomática. Su elección de Joe Biden (que estaba a favor de la división de Iraq) es sólo una prueba de ello.

La atención está centrada en la economía, pero las guerras en Iraq y Afganistán, por no mencionar la situación en Pakistán, en Oriente Medio y América Latina, las relaciones con Irán, Rusia y China, siguen siendo desafíos importantes para la nueva administración. Obama probablemente se acerque a Oriente Medio con un discurso político que sea mejor recibido en el mundo árabe. Podría retirar algunas de las tropas desplegadas en la región e iniciar un "diálogo" con Siria, Irán y otros países, mientras "mantiene todas las opciones sobre la mesa". Pero su política en la región no será muy distinta a la de Bush. No es casualidad que uno de sus primeros pasos después de garantizar la nominación demócrata fuera integrarse en el Comité de Relaciones Públicas Americano-Israelí (AIPAC), el principal lobby pro-israelí, uno de los más destacados seguidores de Bush.

Aunque ha evitado cuidadosamente comprometerse con relación a Iraq, Obama ha conseguido que los votantes anti-guerra voten a un candidato pro-guerra. En realidad, ha dicho explícitamente que cualquier retirada de tropas de Iraq deberían ser para enviarlas a Afganistán. Sin embargo, la aventura del imperialismo norteamericano en Iraq está condenada y sus tropas de combate finalmente tendrán que salir. No obstante, el Pentágono y los megacontratistas harán todo lo que esté en su poder para mantener las grandes bases militares que han construido en Iraq. Obama podría dar la sensación de que retira algunas tropas mientras continúa con su política imperialista en todo Oriente Medio.

También ha mostrado una postura agresiva con relación a Irán, no descarta la invasión de Pakistán y ha calificado al presidente elegido democráticamente de Venezuela, Hugo Chávez, como un dictador. Es poco probable que desmantele la 4ª Flota, que se reactivó para patrullar América Latina y el Caribe. También ha prometido cerrar Guantánamo y puede que lo haga. El simbolismo de este movimiento sería importante para su imagen, pero sería simplemente para trasladar a otras partes a los prisioneros.

Sabremos más de su política exterior cuando anuncie los nombramientos de su gabinete, pero si miramos a sus asesores de campaña nos da una indicación de cuál puede ser la dirección. Durante la campaña fue asesorado en política exterior por el anterior consejo de seguridad nacional Zbigniew Brzezinski (Fundador de los muyahidines en Afganistán, los precursores de los talibanes); la antigua secretaria de estado Susan Rice (cuya mentora fue Madeleine Albright); el antiguo secretario de la armada Richard Danzig (bajo cuyo mandato se bombardeó Yugoslavia); el antiguo responsable contraterrorista Richard Clarke (con Clinton y G. W. Bush); el general Merrill McPeak (un seguidor confeso de la ocupación indonesia de Timor Oriental); y Dennis Ross (favorable a la ocupación de Cisjordania por parte de Israel), entre otro. Dicen que puedes juzgar a un hombre sus amigos. La lista de "amigos" habla por  sí sola.

¿Un nuevo "New Deal"?

Franklin Delano Roosevelt no fue elegido con el programa del New Deal. Tuvo que implantar esta política de obras públicas y sociales como último intento de salvar al capitalismo norteamericano del peligro de la revolución socialista. Pero debemos recordar que en los años treinta EEUU era la principal nación acreedora, con unas enormes reservas de oro, además, la recesión ya había llegado cuatro años antes de que Roosevelt llegase al poder. Obama ha heredado una situación interna e internacional totalmente diferente. EEUU ahora es el mayor deudor del mundo y la recesión económica apenas acaba de comenzar. Incluso si Obama en determinado momento se viese obligado a aplicar medidas similares (como resultado de la presión de masas desde abajo y ante la amenaza de la revolución), eso sólo lo podría hacer incrementando el déficit, lo que tendría más complicaciones para el futuro. El capitalismo y el imperialismo norteamericanos no tienen una salida fácil. Cualquier cosa que hagan para intentar restaurar la estabilidad sólo conseguirá incrementar la inestabilidad social y política, y viceversa.

En el fondo muy poco cambiará, el margen de maniobra de Obama será muy limitado. Una vez terminado el boom, a los trabajadores estadounidenses les pedirán que "compartan el dolor" en interés de la "unidad nacional". Pero los trabajadores y los pobres tendrán una mayor parte de sufrimiento que los ricos, como demuestra el plan de rescate a Wall Street. Nosotros decimos: ¡qué paguen los ricos! ¿Por qué la clase obrera tiene que pagar la crisis de los capitalistas?

Debemos decirlo claramente: ¿Obama derogará la Ley Taft-Harley y otra legislación antiobrera? ¿Implantará un salario medio nacional decente? ¿Proporcionará sanidad universal y gratuita? ¿Reducirá el gasto militar e invertirá los millones necesarios en educación, vivienda e infraestructura? ¿Nacionalizará las industrias energéticas, automovilísticas y las aerolíneas y las pondrá bajo control obrero? ¿Acabará con las redadas y deportaciones, amnistiará a los trabajadores inmigrantes y sus familias? ¿Iniciará un programa masivo de obras públicas y creará millones de trabajos, proporcionará viviendas a todos, modernizará y extenderá el transporte público y reconstruirá nuestra infraestructura en ruinas?

El capitalismo está en crisis: ¡el socialismo es la solución!

La elección de Obama llega en un momento de creciente pesimismo, no sólo por la situación actual, sino por el futuro. La gente necesitaba creer que las cosas podrían ir mejor. Esto explica la recuperación del interés por las ideas del socialismo. Desde McCain, Obama, Pain y Biden, a "Joe el fontanero" y el Wall Street Journal, las palabras "socialismo" y las referencias a Marx son algo significativo a un nivel no visto en este país desde el colapso de la URSS. En Alemania, donde la crisis también está golpeando duro a los trabajadores, El Capital de Marx se ha convertido en un betseller. La pregunta que se hacen muchos es: ¿Marx tenía razón?

A pesar de las décadas de prejuicios que se crearon contra las ideas del marxismo y el socialismo, la gente cada vez más está abierta a estas ideas, porque han visto en la práctica que el capitalismo no funciona. Debemos recordar que después del colapso de la Unión Soviética nos prometieron la "Pax Americana", el pleno empleo y un mañana más resplandeciente que el actual. ¿Qué tenemos en su lugar¿ Guerra, terrorismo, recortes de programas sociales, millones de empleos perdidos y más gasto militar que nunca.

Millones de estadounidenses dicen que no tienen interés en la política o en economía, aparentemente son apáticos y les importa más el partido de fútbol del domingo. Pero incluso si no estás interesado en política y economía, la política y la economía están interesadas en ti. Sobre la base de su propia experiencia, un número cada vez mayor de antiguos norteamericanos aparentemente apáticos, están despertando a un interés activo en la política y la economía. Dentro de los límites del sistema bipartidista, millones de estadounidenses de una forma confusa buscan una solución a sus problemas. Obama ha tenido un número record de voluntarios organizando comunidades a través de todo el país. Por primera vez, sienten que tenían una razón para participar en política. En el futuro, las habilidades que han aprendido las utilizarán bien, no para los demócratas o republicanos, sino que son la base de un futuro partido obrero de masas.

Durante décadas hemos tenido el cerebro lavado.  Nos han dicho que el libre mercado es el reino supremo, que el socialismo y el marxismo no funcionan, que el capitalismo es el mejor sistema posible, que no hay alternativa. Y si una mentira se repite lo suficiente la gente tiende a creérsela. Aún así estas ideas persisten y continúan en la imaginación popular.

¿Qué es el socialismo? El socialismo es la nacionalización genuina, la expropiación de las primeras 500 empresa y bancos, para dirigirlos bajo control obrero, en interés de toda la sociedad. No es realmente complicado. Creemos que la mayoría de la clase obrera debería tener el control democrático de los medios de producción, distribución e intercambio, en armonía con el medioambiente. En otras palabras, necesitamos un plan de producción racional y democrático que cubra las necesidades humanas, no los beneficios privados.

Pero no se puede planificar lo que no se controla, no se puede controlar lo que no se posee. Por eso el estado necesita tener las palancas claves de la economía. Sin embargo esta idea inquieta a muchos, en particular a los norteamericanos. No confían en el gobierno en el que vivimos y por tanto sospechan justificadamente de todo lo que tenga que ver con el control estatal. La pregunta es: ¿quién controla el estado? En nuestra opinión, necesitamos un estado obrero, un estado que represente a la gran mayoría de la sociedad, la clase obrera, frente al estado bajo el que hoy vivimos, que es un estado diseñado para defender los intereses de una ínfima minoría, la clase capitalista.

Muchas personas dicen que los norteamericanos son demasiado conservadores para que tenga lugar una revolución socialista. Pero las cosas pueden cambiar muy rápidamente. Sólo hay que pensar en todos los acontecimientos de estos últimos años. El colapso de Enron, el 11 de septiembre, los fraudes electorales de 2000 y 2004. El huracán Katrina y sus consecuencias. El colapso de todo el sector financiero en el país más rico del planeta. La elección de un presidente negro.

La gente quiere estabilidad, quieren un empleo estable con salarios decentes, quieren una sanidad de calidad y educación, un lugar seguro donde vivir y tiempo para estar con sus familias y seres queridos. Pero el capitalismo no puede proporcionar estas cuestiones básicas para la humanidad.

Vivimos en una época de cambios profundos y repentinos, un período de cambios masivos en la conciencia sobre la base de acontecimientos sísmicos. Esto no es lo normal. Lo habitual es que pasen años e incluso décadas donde parece que nada cambia. Pero no estamos en una época normal. La realidad es que nada esabsolutamente estático, que todo cambia. Todo está en constante estado de cambio y movimiento. Dresde los volcanes y los terremotos, a las relaciones entre las naciones y la conciencia humana.

Muchos están eufóricos con la victoria de Obama  y es lógico que exista un período de luna de miel. Los mercados estaban contentos con las encuestas antes de las elecciones, el día de las elecciones subió 300 puntos, algo bajo para un día habitual de Wall Street. Pero tarde o temprano, el regocijo desaparecerá y la cruda realidad será evidente: nada fundamental ha cambiado. Aún vivimos bajo el capitalismo, con todo lo que conlleva: paro, desahucios, aumentos de precios, racismo, millones de ciudadanos de segunda clase y trabajadores con bajos salarios, deterioro de las condiciones de vida, infraestructura en ruinas, etc.,

Ya hay síntomas de profundo descontento que está saliendo a la superficie, por ejemplo, las movilizaciones de masas de los trabajadores inmigrantes, el creciente descontento en las filas de los sindicatos, o las manifestaciones espontáneas contra el plan de rescate a Wall Street. Esto sólo es el principio del principio de lo que está por venir.

Pronosticamos que el perdedor real de estas elecciones será la clase obrera. Sin embargo, por ahora millones de trabajadores y jóvenes se sienten los ganadores. Comprendemos las tremendas esperanzas que muchos han depositado en Obama. Los últimos años han sido duros. Pero debemos decir que mientras los dos partidos capitalistas continúen dominando la política norteamericana, la clase obrera nunca verá sus intereses representados en Washington. Por eso los sindicatos deben romper con los Demócratas y construir un partido obrero de masas. El potencial para este partido es enorme. Este partido no permanecerá mucho tiempo como tercer partido. Queremos que se convierta en el primer partido, que los demócratas y los republicanos luchen por el tercer puesto o que se fusionen en un solo partido.

Debemos ser pacientes, tener una posición amistosa con aquellos que tienen ilusiones honestas en Obama. Pero el discurso posterior al triunfo de Obama dejó claro que no hay milagros. Dejó claro que las cosas no cambiarán de la noche a la mañana, que durante un tiempo no irán mejor. En realidad lo más probable es que vayan a peor.

La CNN la noche electoral puso una nota de cautela, cuando un entrevistador dijo que el cambio económico no sería de la noche a la mañana, que el ganador tendría una luna de miel muy corta. AP el día después de las elecciones publicaba un artículo titulado: El presidente electo Obama se enfrenta a desafíos desalentadores. Es la realidad de la situación.

Las elecciones presidenciales de 2008 son históricas. Representan una nueva etapa en el cambio de conciencia de la clase obrera norteamericana. Muchas personas ya han roto con el sistema de dos partidos y pueden ver más allá de las dulces palabras de Obama. Pero la mayoría de trabajadores y jóvenes aprenderán una dura lección, a través de su propia experiencia. La vida enseña. Bienvenidos a la "escuela de los demócratas".

UN POQUITO DE MUSICA

TRABAJADORES DE NISSAN PROTESTANDO

LEOPOLDO ABADIA LA CRISIS NINJA

CRISIS COMEDORES SOCIALES

Informe Semanal - Familias en Quiebra

Informe Semanal - Familias en Quiebra 2

Informe semanal : El fin del Boom (1/2)

Informe semanal : El fin del Boom (2/2)

PROTESTA EN WALL STREET

Walter martinez análisis crisis financiera Estados Unidos VTV

LONDRES PROTESTA CONTRA LA BANCA EN LA "CITY" FINANCIERA

EXPLICACION DE LA CRISIS

THE END

chvez canta a maisanta



ISRAEL ESTADO GENOCIDA